Es una bestia, tan bestia como yo
Andrea Levy ha explicado que sufre fibromialgia, una enfermedad terriblemente dolorosa. Y está además el desespero que el dolor provoca. Hablé ayer con ella. Habría compadecido a cualquier otro y le habría recomendado que dejara la política y que no se ocupara más que de sus cuidados. Pero no es lo que le dije a Andrea. Le dije todo lo contrario. Que trabajara hasta la extenuación, y que cuando más le doliera, el único alivio sería concentrarse mucho más en su trabajo. Me respondió que era exactamente lo que había pensado.
No hemos sido nunca amigos pero sé de qué pasta está hecha. Es una bestia, tan bestia como yo. Los dos sabemos que sólo trabajar nos salva y que los sentimientos sólo pesan cuando somos capaces de concretarlos en lo que hacemos. Tal vez necesite, de vez en cuando, unas horas de tratamiento, pero Andrea descansando, se muere. Andrea sólo es Andrea haciendo lo suyo mejor que nadie. Andrea echada sobre su esfuerzo, sobre su dolor, sobre la vida. Seríamos la primera potencia del mundo si pudiéramos decir esto de la mayoría de españoles, si como Andrea supiéramos convertir el dolor en amor en lugar de resentimiento, si nos concentráramos en trabajar mejor en lugar de timar al prójimo.
No saldremos con subvenciones de la devastación causada por el Covid. Saldremos con ayudas para crear nuevas empresas y negocios, y todo lo que gastemos en lástima en lugar de inversión y futuro será engañarnos y tirar el dinero a la basura. De hecho –y no es que quiera rebajar su increíble mérito– Andrea aguantará hasta que materialmente pueda porque sabe que poner acentos de luz en lo que cree, y resistir, es la única manera decente de pasar por este mundo. No hay otra. El resto sólo son figuras del fantasma.
A veces en la simpatía, a veces en la discrepancia, y casi siempre en la distancia, siempre he pensado que personas como ella son las que merecen la pena. Madrid es, gracias a Andrea y al alcalde Almeida, la ciudad más libre de España, y la fibromialgia no conseguirá que deje de serlo. Que el próximo madrileño tentado de tomarse la baja por la pupita que le hace el dedito piense en la batalla contra el dolor que cada mañana Andrea libra para salir a defenderle el pan y la alegría.