EN CUARENTENA
Sque esta columna se cocina los viernes, que es día de abstinencia y para eso están los carteles de los bares con el recuerdo de tantas exquisiteces culinarias ligadas a la Cuaresma: «Hoy es vigilia». Será por eso entonces que al inicio de este articulito colgamos aquí también el aviso de que es vigilia para que ningún lector se llame a engaño.
En realidad, llevamos un año entero de vigilia y vamos a cumplir dos Semanas Santas de ayuno: de procesiones, de pasos, de músicas, de aromas, de sensaciones, de eso tan evanescente, y por ello mismo tan peligroso, que llamamos sentimientos. Ayunos de cofradías pero no de todo lo que las rodea. Bien mirado, vivimos una constante bulimia audiovisual en la que nos damos atracones de imágenes conservadas en el recuerdo que luego vomitamos sin que nos hayan nutrido lo más mínimo.
El espíritu del ayuno cuaresmal no tiene nada que ver con el masoquismo, sino con su contrario, el amor. Así entendido, el ayuno se convierte en un detalle amoroso que no tiene nada que ver con la gula con que queremos acaparar las emociones, siempre a flor de piel, que nos deja la Semana Santa. No hay que recordar que contra el vicio de la gula está la virtud de la templanza, que modera el uso que hacemos de los sentidos.
El Papa Francisco ha venido a hacer un poco de luz en su mensaje para la presente Cuaresma: «Ayunar significa liberar nuestra existencia de todo lo que estorba, incluso de la saturación de informaciones –verdaderas o falsas– y productos de consumo, para abrir las puerta de nuestro corazon a Aquel que viene a nosotros pobre de todo, pero ‘lleno de gracia y de verdad’: el Hijo de Dios Salvador».
Ayunar de informaciones y de productos de consumo. Quizá sea eso lo que nos aproxime mejor a la sensación de pobreza, de escasez, de limitaciones, que es propia de la Cuaresma. Un día sin escuchar marchas en la lista de reproducción, un día sin vídeos de otros años de entradas en Campana, un dia sin entrar –esto lo diré en voz baja para que no se me enfade el excelente equipo que capitanea Javier Macías– en la página de internet de Pasión en Sevilla para estar al cabo de la calle de lo que se cuece en el mundo cofradiero. Quizá ese ayuno tenga más sentido en nuestro tiempo que el de saltarse una comida. Total, ¡eso lo hacen ya hasta los tenistas para ganar torneos!