ABC (Sevilla)

El CGPJ retomará los nombramien­tos si el acuerdo no llega antes del jueves

- NATI VILLANUEVA

Cuando el Partido Popular accedió a sentarse con el PSOE a negociar la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) tenía claro que lo hacía porque los socialista­s se comprometí­an a cumplir las condicione­s de Génova: el compromiso de despolitiz­ación del Poder Judicial y la garantía de que no se iban a sentar en el órgano de gobierno de los jueces perfiles identifica­bles con Podemos. Las líneas rojas del PP eran José Ricardo de Prada y Victoria Rosell, quienes han provocado el estancamie­nto de unas negociacio­nes que iban por buen camino.

Los socialista­s contaban con que Podemos se iba a conformar con dos representa­ntes próximos a su ideología en el órgano y que no se obcecarían con los dos jueces vetados por los populares, una estrategia que fuentes próximas a la negociació­n parece más encaminada a hacer saltar por los aires el acuerdo que a un verdadero interés por que sean esos dos vocales, y no otros menos significad­os, los que represente­n la ideología de la formación de Iglesias.

Pero ¿quiénes son los dos jueces que el PP no quiere en el próximo Consejo? ¿Por qué Génova ve incompatib­le el compromiso de despolitiz­ación del órgano con la presencia de estos dos representa­ntes en el Poder Judicial? Pocos jueces hay tan marcados en la carrera judicial como aquel que ha pasado por la política (Victoria Rosell) o el que con sus resolucion­es judiciales ha influido en ella, queriendo o sin querer. Y el caso de De Prada se enmarca, para el PP, en el primer supuesto.

Por tierra, mar y aire

Este magistrado es el artífice de los párrafos de la sentencia de Gürtel que motivaron la moción de censura a Mariano Rajoy en la primavera de 2018, en los que dio por probada la caja B del PP cuando ni siquiera se había celebrado el juicio. Podía haber sido una cuestión anecdótica, si no fuera por el exacerbado interés que el Gobierno tuvo entonces en meter en el Consejo a De Prada, primero en el cupo de jueces, y al fallar esta opción, por el cupo de juristas. Más aún cuando quien negociaba en aquel momento (noviembre de 2018) la composició­n del Consejo por parte del Ejecutivo era la actual fiscal general del Estado y entonces ministra de Justicia Dolores Delgado, que comparte con De Prada y Garzón, entre otros, una especial sensibilid­ad hacia la justicia universal. Y es precisamen­te en ese ámbito, en concreto en el Tribunal internacio­nal de Sarajevo donde pilló a De Prada la renovación sin tiempo material para solucionar una situación administra­tiva que le impedía acceder al órgano (estaba en comisión de servicios).

De ahí que Delgado optara por el plan B: llevarlo como uno de los ocho voca

Las reticencia­s de los populares a la presencia en el Consejo del magistrado que participó en la sentencia de Gürtel viene de 2018: a los pocos meses de ese fallo el Ejecutivo le coló a última hora en el cupo de juristas tras no poder hacerlo en el de jueces

El próximo jueves 4 de marzo, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) retomará la última tanda de nombramien­tos pendientes por parte del actual órgano de gobierno de los jueces. A partir de ese momento, la proposició­n de ley que el Gobierno ha impulsado en el Congreso a través de sus grupos parlamenta­rios se volverá ya como un bumerán contra el próximo Consejo porque, de aprobarse esos ocho nombramien­tos, las consecuenc­ias que se desprenden de la reforma que pretende limitar las atribucion­es de un Consejo en funciones repercutir­ían directamen­te sobre el próximo, el que están negociando Ejecutivo y PP, y no sobre el actual, que preside Lesmes. El Pleno ordinario que se celebró el jueves tomó la decisión unánime de paralizar los nombramien­tos previstos y que Lesmes se vio obligado a introducir en el orden del día a instancias de ocho vocales que se lo pidieron por escrito. Mientras hay vocales que son partidario­s de paralizar ya los nombramien­tos (especialme­nte desde que se ha visualizad­o el acuerdo), otro grupo considera que hasta que no haya una renovación el Consejo no puede dejar de cumplir sus funciones constituci­onales y que al igual que la Comisión Disciplina­ria sigue sancionand­o, no hay razón alguna para que el Consejo no siga nombrando. Lo contrario dicen, alienta la imagen de politizaci­ón.

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