Paz Vega reinventa el oficio del desnudo
LA ESPUMA DE LOS DÍAS
ay ya, obviamente, un BOE del famoso, que es Instagram. Y un género en el oficio del mantenimiento de Instagram, que es el desnudo sin desnudo. Cada semana sale una actriz, o dos, que se sinceran ante la afición, perdiendo ropa, que es un modo de sinceridad. Estamos, en efecto, ante un desnudo sin desnudo, porque los desnudos estaban en ‘Interviú’, que es arqueología. El género de estos desnudos veniales, y de mucho contorsionismo, para enseñar nada, anunciando que se enseña todo, pudiera llamarse «la actriz enloquece a sus seguidores», que es como se titulan por la vía rápida estos posados que un día fueron patrimonio de en verano, pero con bikini. La última en enloquecer a sus seguidores ha sido
Ha salido en su Instagram reinventando el desnudo. Paz está de regreso, pero nunca se fue del todo. Porque se marchó, en su día, a Los Ángeles, tuvo tres hijos, y hasta posó, algún rato, de sirena de buenas piernas en los carnavales de Hollywood. Cuando aquí triunfó, hace ya mucho tiempo, miraba bajo contenido desdén el escaparate de la crónica social, pero ahí se ha ido consagrando como madre de marido exótico, Orson Salazar, y del Guadalquivir, yo creo que no tan a su pesar. Ahora se ha hecho un selfi de cuerpo entero en Instagram. Es la moda. Pero en esto es Paz veterana, y triunfal, como en tantas otras cosas. Siempre se dio alta maña en vestir desvestida, muy subida a modelazos museales, empezando por aquel prodigio de harapos, obra de
con que fue a recibir su Goya por ‘Lucía y el sexo’. Yo recuerdo también una trama de cristal, firmada por Cavalli, que Paz se echó por encima para irrumpir en el estreno de ‘Gatsby’, en una edición del Festival de Cannes. Era como ponerse un chal para enseñar los muslos.
HPaz Vega. bal Laguna,
Hugo Silva
EL SILENCIO DE PALOMA
La cháchara es el fleco de la vulgaridad, y a ella nunca se le ven
Hanni
ha resucitado el club de fans, un jaleo que antes sólo lograban los cantantes para jovencitas. Un club de fans que ha llevado a la calle, pero también a las revistas en general. No digo yo que él se haya empleado en este fenómeno, sino más bien lo contrario, pero el fenómeno se ha dado. Ahora va en promoción de una serie, y en los pasillos de tele y radios sale la afición femenina, cuando él pasa, en romería de pancarta sin pancarta: «Que viene Hugo Silva».
Jaún existe. Acaba de darnos una novedad que no le habíamos pedido, pero ahí va: se entrega a labores solidarias en una parroquia de su zona. Por más concretar, pone al día el archivo bautismal, y hasta ayuda en el jardín conventual, cuando toca. De manera que se ha redimido. Este hombre ha hecho de todo. Fue reo de amor, y luego reo propiamente dicho. Luego fue un novio jubilado, y un jubilado de la cárcel. Hasta triunfó, en un rato de permiso carcelario que le dieron, como el bigote con mejor caché de la tele. Por encima del bigote de y otros bigotes célebres.
ulián Muñoz
LAbril, Íñigo
a cantera del ‘Un, dos, tres’, tan disciplinada de minifalda de plató, dio una chica mala, una rebelde prestigiosa que por ahí sigue. Lo último es memorable si no fuera indignante. Sostiene la donna que la pandemia es una «plandemia», y que las vacunas no sirven.
Victoria
Tendría gracia el chiste verbal si no fuera porque la cosa no tiene la menor gracia. arrastra algo de viuda sin difunto, desde que se echó novia. La verdad, España ya no es lo que era. Se separa Enrique Ponce y se casa según diagnóstico de
Paloma Cuevas rique Ponce quín Sabina, EnJoaLuz
que envidio. Pero la viuda va poco a poco más contenta, y hasta sube a Instagram el regalo de algún ramo de flores de sus hijas, Bianca y Paloma. Paloma y Enrique eran un matrimonio para toda la vida, hasta que no lo han sido, como tantos. Paloma no dice nada, y esto no es novedad en ella, porque en ella la novedad, frente a tantas famosas, es el silencio sostenido. Paloma siempre ha sido una mujer de hablar poco, y en esta disciplina de criatura quieta en el silencio está uno de los valores de su distinción, que ha entendido que la cháchara es el fleco de la vulgaridad, a nada que te descuides. Paloma se descuida poco o nada, o sea, que no se le ven nunca los flecos. Es una famosa que no da declaraciones, lo que no es flojo mérito en estas temporadas en las que lo que se lleva es el grito como argumento y el Wonderbra como bufanda. Se separa, pero no cambiará de estilo, el estilo del silencio. Eso sí, enseña que sus hijas le llevan flores.