ABC (Sevilla)

Iker Jiménez y el misterio de Abengoa

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mente Fernández para tomar el relevo en la compañía.

Otro damnificad­o de Abengoa es José Martínez, tiene 38 años y trabaja como fisioterap­euta en Talavera de la Reina (Toledo). Adquirió acciones de Abengoa en 2015, cuando aún la presidía Felipe Benjumea. «Vi que era una empresa con un presente espléndido y un futuro mejor», asegura Martínez. «No soy una persona adinerada. Soy lo que se dice un currante. Yo gano poco y trabajo once horas diarias para sacar a mi familia adelante, por lo que me cuesta mucho ahorrar. Con mucha esfuerzo logré 28.000 euros y los invertí en Abengoa. Hoy mis acciones no valen ni 4.000 euros, con lo que he perdido 24.000 euros. Tuve el valor de confesarlo a mi mujer y me dio todo su apoyo, pero hay quien lo ha ocultado a sus parejas», explica este accionista, quien asegura conocer «situacione­s verdaderam­ente dramáticas de gente que pidió créditos para ¿Cómo pueden los minoritari­os ganar las juntas de Abengoa con sólo el 18% del capital? Eva Rodríguez, que ha liderado el equipo de trabajo de la sindicatur­a AbengoaSha­res, explica que «puede haber 90.000 accionista­s pero quedaron tan diluidos y con tan pocas acciones que ni se molestan en votar porque les cuesta el dinero. Por eso nunca gana las juntas el Santander, que tiene algo más del 2% del capital, ni sumando el 3,5% de la Secretaría de Estado de Comercio». ¿Dónde está el otro 75% de accionista­s de Abengoa? «Habría que llamar a Iker Jiménez para saber dónde están —bromea Eva—. Después de muchas reestructu­raciones, el valor de sus acciones se sitúa 8entre 150 o 250 euros y se han olvidado de Abengoa. Yo les animo a que en la próxima junta manden sus votos por muy pocas títulos que tengan. Accionista­s somos todos». invertir en Abengoa, que han perdido sus viviendas o que les ha costado el divorcio». A punto estuv José de estar de tirar la toalla y dejar de batallar con la plataforma AbengoaSha­res, pero finalmente decidió continuar «por dignidad». «No es una cuestión de dinero. Quiero que se haga justicia y —dice— transmitir a mis dos hijos que no se puede dejar que te pisoteen. Esa es mi mejor herencia».

Otro accionista de Abengoa, Eduard Bosch, catalán de 49 años y miembro de la Policía Autonómica, invirtió por primera vez en Abengoa en 2017. Puso 20.000 euros, de los que ha perdido el 75% con la caída de la cotización. «Me gustó Abengoa porque estaba en el sector de las renovables, Obama la situó en el mapa mundial al ponerla como referente y Gonzalo Urquijo dijo que tras las reestructu­ración la compañía saldría adelantes», manifiesta Bosch, que no puede entender las traiciones que han sufrido los minoritari­os, primero por el que iba a ser su candidato, Marcos de Quinto, y después por el equipo que eligieron para el consejo y que resultó elegido.

Este policía lamenta que los gestores de la multinacio­nal «hayan vaciado la matriz, lo que puede ser un alzamiento de bienes. El Santander vendió sus acciones en 2017 porque sabía que se iban a quedar los activos de sus filiales. Los gestores de Abengoa hacían y deshacían a su antojo porque se creían invulnerab­les pero las nuevas tecnología­s han permitido unirnos a los minoritari­os a través de Telegram. No quieren que entremos para que veamos lo que han hecho».

José María Tebar Gómez, abogado y funcionari­o de la Junta de Castilla-La Mancha, también invirtió en Abengoa unos 50.000 euros. «En un momento que necesitaba dinero tuve que vender perdiendo 7.000 euros porque había bajado la cotizació de la acción. Cuando nos diluyeron al 95% perdí en

2017 casi 28.000 euros. Hoy —se

Unidos por la tecnología «Los minoritari­os estábamos desperdiga­dos pero gracias a Telegram nos hemos reunido»

Seguir en la lucha «Voy a luchar para que se haga justicia y transmitir a mis hijos que no puedes dejar que te pisoteen»

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VANESSA GÓMEZ

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