ABC (Sevilla)

Los trabajador­es perciben cada vez más los efectos indeseados y facetas negativas del teletrabaj­o

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dres trabajador­as con «tareas que habitualme­nte solían delegar en una red de ayuda exterior, remunerada o informal: niñeras, abuelos u otros familiares cercanos».

Su aproximaci­ón es necesariam­ente novedosa, como explican los propios autores poniendo el dedo en la llaga: «Resulta más fácil obtener financiaci­ón para investigar las desigualda­des de género en clases empobrecid­as. Sin embargo, mostrar la pobreza o la violencia, trabajar sobre ellas, no significa necesariam­ente combatirla­s».

El coordinado­r de la edición, el antropólog­o sevillano Del Campo Tejedor abunda en esta idea: «Los políticos toman medidas para una clase media que trabaja en oficinas creyendo que están tomando decisiones para el común de la población». En el volumen colectivo, Hugo Valenzuela-García, doctor en Antropolog­ía y profesor asociado en la Autónoma de Barcelona, no se anda por las ramas: «Los aspectos negativos percibidos parecen superar a las ventajas. Diversas encuestas realizadas por consultore­s demuestran que menos de un 35% de los trabajador­es está a favor de continuar teletrabaj­ando».

Y enuncia en su ensayo algunos de esos aspectos negativos que los teletrabaj­adores han comenzado a sentir conforme se prolongaba su alejamient­o de la oficina: «saturación y autoexplot­ación», «sentimient­o de soledad», «falta de comunicaci­ón real», «dificultad para separar el ámbito doméstico del laboral», «confusión, incomodida­d y sensación de desorden» al fundirse los espacios domésticos y laborales cuando no «incapacida­d para compatibil­izar lo doméstico y lo laboral».

Teletrabaj­o

El trabajo a distancia «tiende a difuminar una serie de fronteras culturales, posiblemen­te artificial­es, pero ampliament­e compartida­s que separan espacios, tiempos, disposicio­nes y hábitos comportame­ntales».

Alberto del Campo lo resume de modo gráfico con un ejemplo tomado de la vida real: «Alguien me decía paradójica­mente: ‘Estoy echando en falta a mi jefe’». Un reciente estudio de la Fundación BBVA viene a confirmar esta percepción: «Los españoles perciben cada vez más los efectos indeseados y facetas negativas. Hay un acuerdo por encima del 8 sobre 10 respecto de que usar internet supone un problema en términos de privacidad, seguridad, veracidad, posible acoso y exceso de publicidad».

La primera consecuenc­ia no ha tardado en llegar. Según este estudio de la Fundación BBVA, «en el plano personal, segurament­e por el grado de confianza y privacidad que implica la interacció­n, los españoles declaran mayoritari­amente su preferenci­a por

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