Efectos sobre las relaciones sociales
humanidad». La distancia social, el aislamiento, la seguridad de no tener trato con el prójimo a través de la reducción progresiva de interacciones sociales está redefiniendo el modo en que convivimos: no se invita a nadie a casa, los niños no pueden jugar juntos, se clausuran parques infantiles, se hacen gestiones y compras tras las onmipresentes pantallas de metacrilato…
«El miedo al virus es el principal nexo que comparte la comunidad; sin embargo, más que unificar, este miedo está dividiéndonos», escribe la profesora Huesca y pone el foco de su atención sobre los niños que se están criando con «la particular cultura de su microentorno». Y todavía falta por descubrir cómo será esa nueva «etapa postsocial o antisocial» derivada de la falta de contacto humano: «Es como estar metidos en una bola de cristal, que dentro de cincuenta años será observado por otros y verán en ella estas transformaciones pandémicas y pospandémicas que explicarán los comportamientos del futuro».
En su trabajo, la profesora Huesca se refiere a la incertidumbre que se ha instalado en nuestras vidas: en torno a un 99% de la población sintió esa inseguridad en los primeros momentos. Y todavía hoy, casi un año después de aquel primer confinamiento, dos tercios de la población asegura sentir incertidumbre. El otro sentimiento generalizado es el de aburrimiento, al que alude José Antonio González Alcantud, catedrático de Antropología Social de la Universidad de Granada, en su artículo siguiendo la frase del filósofo alemán Rüdiger Safranski: «En el aburrimiento experimentamos el susto del vacío interior». Sostiene el antropólogo granadino que «la pandemia ha devuelto la actualidad, la presencia, a la muerte. Una muerte que aprovechamos para salir de la cultura del simulacro».
Aburridos y temerosos
«El miedo al virus es el principal nexo, pero más que unificar, está dividiéndonos»
La práctica deportiva y la vida social resultaron las grandes damnificadas durante la etapa más restrictiva de la clausura en los hogares de hace un año. En el capítulo titulado ‘Los confines del confinamiento’, los profesores MesaPedrazas, Duque-Calvache y Torrado examina los anhelos de los ciudadanos enclaustrados con una conclusión sorprendente: «Paradójico es cómo se echa de menos la movilidad precisamente al salir del confinamiento duro, siendo más soportable la fase de encierro absoluto que la caracterizada por una movilidad pautada y restringida».
Con todo, hay quien no experimentó que el encierro en casa le privaba de nada: un 0,3% de los encuestados en su trabajo de campo dijeron que nada les faltaba, «lo que puede ser síntoma