¿En qué trabajan los artesanos?
Imagineros, bordadores, orfebres y tallistas mantienen el ritmo en sus talleres con encargos previos al Covid
Son los grandes maestros de la Semana Santa. Sus manos moldean la devoción que, hecha cofradía, estalla y toma por derecho las calles de Sevilla con la luna de Parasceve. Son herederos directos de Rodríguez Ojeda, las Antúnez, Villarreal, Marmolejo, o las joyerías Reyes y Dalmás, que fundieron el oro de la cariño del pueblo en tiempos de posguerra y carestía.
Ellos, los artesanos del orbe sacro, también están viviendo una Cuaresma atípica, sin apenas trasiego de juntas de gobiernos, horas extras en la madrugada y entregas de encargos ‘in extremis’ para que las hermandades brillen aún en sus respectivas estaciones de penitencia. Aun así, estos talleres de cabecera de las cofradías sevillanas continúan trabajando en proyectos patrimoniales que podrán lucir las imágenes en sus pasos y cortejos procesionales, una vez que se haya superado la pandemia y así lo permitan las autoridades. ¿Qué tienen entre manos cada uno?
En el número 48 de la calle Goles huele a incienso y hasta suena alguna que otra marcha. «Echamos de menos el ajetreo de estos días, pero aquí andamos liados con la restauración de los respiraderos del palio de Santa Cruz. Es lo único que tenemos para Sevilla», explica José, que junto a sus hermanos Ángel y Francisco Javier conforman el mítico taller de orfebrería Hermanos Delgado López.
La actividad también se mantiene en el bastidor del bordador Francisco Carrera Iglesias, Paquili. «Ahora estamos terminando el techo de palio de la Macarena de Madrid y la gloria del palio de Los Javieres. Tenemos también dos sayas, una para Daimiel y otra para Setenil de las Bodegas, así como insignias y las nuevas bambalinas de Los Javieres», explica quien además es presidente de la Asociación Gremial de Arte Sacro de Sevilla. Así, en calidad de portavoz del gremio, Paquili asegura que «los artesanos están trabajando en contratos previos a la situación del Covid», pero que «las nuevas demandas han caído un 70%».
En la calle Viriato, en pleno Centro, la gubia no para. Juan Manuel Miñarro está rematando la policromía de su último gran crucificado: el Cristo de la Expiación para Valladolid. «También estoy con un San Juan para Aracena, y un Pilatos para la hermandad de las Lágrimas de Guadix, que irá vestido con armadura de tipo anatómico con complementos propios de alto rango militar. La indumentaria estará hecha con rigor historicista por Jorge Mambrilla». Justo enfrente abre las puertas de su taller, el también imaginero Darío Fernández. «Tengo entre manos un Cristo de la Presentación al Pueblo para Osuna, una dolorosa para Filipinas y una imagen de Santa Ángela para el Santo Entierro de Arahal». La madera de cedro de Brasil toma volúmenes barrocos en las manos de Francisco Verdugo. «Ando ultimando los encargos para esta Semana Santa. Aunque no hay pasos, hay que cumplir. Estoy tallando unos respiraderos para la Flagelación de Ciudad Real y el frontal del canasto y respiraderos para el Nazareno de Rociana».