Triunfo con enfado de Joao Félix
El Atlético recupera la senda de la victoria con un gesto de desafío del portugués
Villarreal, 50.000 habitantes, compite con los mejores. Y en su estadio de la Cerámica comparece el líder de la Liga dispuesto a sanar sus heridas. Cinco puntos de los últimos doce posibles y, sobre todo en el libro de estilo del Cholo, ocho jornadas seguidas recibiendo gol. En la Liga no hay experimentos con gaseosa ni sobredosis de defensas. Aparecen los tres centrales de rigor con sus extensiones en la banda y a los veinte minutos esa zaga acordeón se convierte en cuatro defensas en línea porque Chukweze le prepara un lío a Hermoso cada vez que recibe la pelota.
Surgen buenas noticias en el Atlético porque Llorente abre los pulmones, se estira por la derecha y busca la línea de fondo con una velocidad sin igual en el campeonato español. Es di
Asenjo Foyth Albiol
Pau Torres Pedraza (59) Parejo Capoue (71) Trigueros (71) Chukweze Moi Gómez (59) Gerard
Bacca (59) Estupiñán (59) Costa (71) Baena (71)
GOLES m. 24: Pedraza, en propia.
EL ÁRBITRO
Felipe, Lemar, Albiol. m. 68: Joao Félix. (C. Vasco ). Amonestó a ferencial el exmadridista como volante por la derecha. El Atlético encuentra el gol antes que el juego. En un córner, Lemar la pone dulce desde el pico del área y Savic entra al remate como el ímpetu de un bisonte. El balón entra sin que se aprecie infracción, ni fuera de juego ni falta a Pedraza, el último impulsor del cuero a la red. El VAR lo ratifica y el Atlético encuentra el consuelo perdido.
El partido se vuelca hacia Oblak. El Villarreal no admite el curso de la noche y exige más al Atlético. Mejor defensa frente a la habilidosa centella Chukweze, al que nadie puede parar, y mejor ataque para aprovechar ocasiones. Suárez la tiene en el único fallo de Pau Torres, pero Asenjo saca el guante casi en la escuadra. No materializa sus opciones el cuadro amarillo y el Atlético genera fútbol con espacios y el talento de su gente. En una de ellas la engancha fabulosa Joao Félix, tiro seco, durísimo, al rincón...
Gol de estrella, pero reacción de niño. El portugués no celebra el gol con alborozo sino que se revuelve airado, con mala cara, gesto de enfado que se concreta en un mohín en el que se lleva el dedo a la boca, reclama silencio y grita mirando hacia la zona de banquillos: «Calla la puta boca, caralho». ¿Pecado de juventud o síntoma de algo más grave?.