Navalni, en una cárcel donde se han dado palizas a los reclusos
El centro penitenciario IK-2 de Pokrov es famoso por el acoso moral y psicológico
La prisión IK-2 está situada en la ciudad de Pokrov, a doscientos kilómetros al este de Moscú, con capacidad para 800 reclusos
Alexéi Navalni, el principal adversario político del presidente Putin, cumplirá los dos años y cinco meses de sentencia que tiene por delante en la Colonia Penitenciaria número 2 de la región de Vladímir, fronteriza con la región de Moscú. Este penal, denominado en ruso IK-2, se encuentra en la localidad de Pokrov, a una distancia de la capital rusa de unos 200 kilómetros hacia el este. Así al menos lo asegura el Comité de Observación Social (ONK), aunque el Servicio Penitenciario Federal de Rusia (FSIN) no lo ha confirmado oficialmente todavía.
Del traslado del líder opositor ruso desde la prisión de detención preventiva de Matrósskaya Tishiná de Moscú al lugar en donde deberá cumplir la condena se informó el jueves, pero ni su familia ni sus abogados saben todavía en dónde se encuentra a ciencia cierta. Si efectivamente ha ido a parar a la cárcel de Pokrov, en la región de Vladímir, las opiniones son de lo más inquietantes. La letrada María Eismont, que defendió al activista opositor Konstantín Kótov, confinando precisamente allí durante una pena similar a la de Navalni, declaró ayer a Eco de Moscú que «tras ser sustituida la dirección de la Colonia Penitenciaria número dos, cesaron las palizas a los reclusos, pero se les sigue acosando moralmente».
«Este penal es lo que muchos denominan zona roja. Se trata de un régimen de control estricto de la vida interna de los presos», afirmaba Eismont. Según sus palabras, «con la llegada de Mujánov, el nuevo director, han cesando las palizas, la tortura y la violencia física. Antes de todo eso, había constantes historias relacionadas, no tanto con el comportamiento de los condenados, como con el hecho de que la dirección del centro quería mostrar que los reclusos no son nadie y están para sufrir».
La abogada, sin embargo, ha advertido que en Pokrov a los internos «se les somete a una permanente presión moral, creándoles una situación psicológicamente difícil sin tiempo libre en absoluto, obligados a realizar tareas demenciales como hacer la cama en un tiempo récord con arreglo a un determinado patrón, correr de un lado para otro a todas horas, gritando el saludo a los jefes cuando se les da la or