Recuperación
La fuerte subida de la curva de tipos ha provocado algo de marejada en los mercados. Llevamos tiempo diciendo que la reapertura económica traería inflación y que esto se trasladaría a los tipos y, cuando pasa, el mercado se revuelve. Los tipos suben por buenas razones. La recuperación económica está a las puertas y no tiene mucho sentido que la curva continúe en estado de alarma. Y no hay que darle muchas más vueltas o tratar de complicar el cuento. Es el patrón habitual de los primeros compases recuperación y lo que está recuperando el terreno perdido es la curva de tipos.
Los tres aspectos que pueden preocupar o, mejor dicho, a los que hay que estar atentos son los siguientes: reacción de los bancos centrales, hasta donde llega la inflación –y qué hay detrás de esas subidas– y cuáles son las consecuencias de que cambie la tasa de descuento.
Los bancos centrales tienen poco margen. No les queda otra que en este primer envite ser complacientes con la inflación. Como siempre la Reserva Federal va por delante y la semana pasada anunció que pese a los repuntes de los tipos no va a intervenir más de lo que ya lo está haciendo. Hay que poner las cosas en perspectiva. Los tipos pueden haber subido fuerte en las últimas semanas pero continúan estando extraordinariamente bajos se mire como se mire.
La inflación subirá algo pero no hay tampoco nada como para preocuparse. Inflaciones algo por encima del 2% no son como para escribir a casa. Rompen con la racha de los últimos años y lejos de ser una preocupación hay que entenderlo como cierta vuelta a la normalidad.
Por lo que solo nos queda la tasa de descuento para explicar la reacción de los mercados en los últimos días. A medida que sube el tipo de interés que se le exige al activo libre de riesgo –en euros, por ejemplo, el bono a diez años alemán–, se incrementa por así decirlo el denominador al que se descuentan los flujos de caja –dividendos, cupones,...– de los distintos activos y por lo tanto su valoración se ve afectada. Como estamos viendo estos días estos movimientos están incidiendo más a aquellos activos con valoraciones más extremas y, por así decirlo, preferidos del mercado. El ejemplo más claro son algunas compañías tecnológicas que en pocos días han sufrido fuertes caídas. En el otro extremo están las que han estado olvidadas los últimos tiempos y muchas de ellas las tenemos bien cerca. Y lo mejor es que no hay razón para que no siga. Suben los tipos, suben las materias primas y sube la Bolsa española.
Las encuestas de confianza económica arrojan unos resultados bastantes alentadores. Si bien los datos sobre la situación actual continúan reflejando las restricciones todavía vigentes, los que reflejan las expectativas son mucho más optimistas. La realidad de la vacuna se está imponiendo y ya se está trasladando al estado de ánimo de los agentes económicos que empiezan a ver luz al final del túnel.
Desde luego que los plazos de la vacunación importan. Y más a los países cuya dependencia del turismo es mayor. Cuanto antes se reabran los viajes lógicamente mejor. Pero lo bueno es que la línea de meta ya se intuye y eso se está trasladando a los ‘animal spirits’ lo que permitirá a muchos hacer de tripas corazón para aguantar los últimos compases del estancamiento económico.
Los plazos como todo en esta crisis van a ir muy rápidos. Los vuelos domésticos en Israel en cosa de días han vuelto a los niveles previos a la crisis. Y hay pocas dudas de que cuando a los demás nos dejen subirnos a un avión lo vamos a hacer con ganas. El calendario de reapertura que hace una semana fijaba el Gobierno británico en seguida se trasladó a un notable incremento de las reservas de vacaciones.
A medida que los países que van por delante con las vacunas nos vayan enseñando el camino las expectativas continuarán mejorando. Y lo mejor es que no va a ser necesario que pase mucho tiempo para que esas expectativas sean realidad. Importa que el último paquete de medidas que se está preparando sea realmente efectivo y que no sea peor el remedio que la enfermedad. Las ayudas directas a compañías que por sus circunstancias estén dando bocanadas pero no tiros por elevación que puedan provocar un menoscabo al sistema financiero de cuya salud depende la posterior velocidad de la recuperación. El Gobierno que comprometa en ayudas directas lo que quiera y pueda comprometer, pero que no trate de hacer política a estas alturas de la película.