Pistachos del Sol quiere crecer y busca nuevas fincas en riego
La empresa espera para este verano su primera cosecha comercial de pistachos en la plantación ecológica de Carmona
Escribe el amigo: El campo era su medio natural, su vida, la razón más profunda de su existir y la fuente de todas sus ilusiones. Era lento y despacioso, como todos los verdaderos hombres del campo…» El amigo está describiendo a su tío Juan, «Mi tío Juan. Un hombre de campo». Qué diferencia entre la preposición y la contracción; no es lo mismo un hombre de campo que un hombre del campo. La fuerza de la preposición, como en el libro del inmortal arcipreste, El libro de buen amor.
Mi maestro en todo y compañero y amigo en lides radiofónicas, el eminente don Rogelio Reyes Cano, ha hecho muy bien en recopilar viejos escritos desperdigados en varias publicaciones y agavillarlos en un hermoso libro, Plaza del reloj, como canto a su pueblo, Lora del Río: Los pregones, La «Jerigonza», El cosario, Rituales de muerte… Y personajes que, con otro nombre y algunas variantes en su personalidad, encontramos en muchos pueblos. Me he parado en El tío Juan por lo que tiene de campo, de verdad y de fuerza telúrica: «…Caminaba levemente encorvado, como atraído por la tierra, a la que tanto amaba…» Sí, Rogelio, la tierra atrae al hombre de campo, necesita hacerlo suyo. Me recuerda —¿te acuerdas?— aquel verso de Requena por aquel gañán muerto «venido de los surcos a otro surco, / como un recomendado de la tierra». Tu tío Juan era otro recomendado de la tierra, lo dices tú, sin decirlo: «…era dueño de un mundo interior rico y personalísimo regido por la sabiduría que da la experiencia propia, y también la que los siglos habían acumulado sobre los hombres del campo andaluz». Sabías que «con él se fue para siempre toda una forma secular, hoy ya imposible, de relación entre el hombre y la tierra». Hermoso, necesario costumbrismo literario el que nos trae Rogelio, divinamente escrito, en estas páginas que a mí se me hacen tan cercanas.
En la campiña sevillana, concretamente en el municipio de Carmona, entre los tradicionales cereales y girasoles destaca una plantación de 165 hectáreas de pistachos en secano, que este verano dará su primera cosecha comercial.
Tras este proyecto se encuentra la empresa madrileña «Pistachos del Sol», que en 2015 desembarcaba en la provincia de Sevilla con el firme propósito de llenar de pistacheros todo el Valle del Guadalquivir, convencida de las posibilidades del desarrollo del cultivo en la zona.
Este propósito, lejos de sucumbir, continúa con más ímpetu si cabe, por lo que la empresa está buscando nuevos proyectos en los que invertir para crecer en volumen. Así, tras una expansión por distintas provincias españolas en los últimos años, como Cuenca, Madrid, Toledo o Valladolid, Pistachos del Sol está buscando fincas en Andalucía, concretamente, «en aquellas zonas donde el cultivo se dé bien, como la Vega del Guadalquivir o zonas altas de la serranía de Sevilla, pues el pistacho aguanta muy bien la sequía y lo que no tolera es una alta humedad ambiental», explica el gerente, Miguel Ángel Zamorano.
El pistachero es un árbol que se adapta perfectamente al secano aunque con riegos de apoyo, de 1.000 a 2.000 metros cúbicos por hectárea, la producción aumenta considerablemente. Por ello, la empresa apuesta ahora por invertir en regadío, y busca explotaciones grandes (a partir de 60-80 hectáreas) con disponibilidad de agua para arrendar a largo plazo (entre 40-50 años).
«Nos falta producción. La demanda de este producto es cada vez mayor, sobre todo de la variedad avdat que es la que se está cultivando en Carmona, ya que presenta una calidad excepcional en cuanto a sabor, con un calibre medio, por lo que este pistacho tiene mucha salida como producto gurmé en el sector de la pastelería o en el de snacks», señala el gerente de Pistachos del Sol. «Estamos abiertos a colaborar con propietarios de fincas que confíen en esta firma y en el presente y futuro del pistacho», reitera.
Gestión integral
La empresa realiza lo que se denomina gestión integral del pistacho, ya que se encarga desde la producción de la planta, con variedades genéticas de alto rendimiento y gran resistencia; al asesoramiento durante el desarrollo del cultivo y asume también la recolección y comercialización de la producción.
Para el gerente de la empresa la calidad del pistacho español es «la mejor del mundo, muy superior al pistacho iraní y californiano», insiste. «El problema es que la oferta es escasa», por lo que «a día de hoy ya tenemos vendida toda la producción que compraremos a nuestros proveedores, incluyendo nuestra primera cosecha en Carmona», cosecha que, al ser la primera, «será todavía corta».
Esta producción se exportará a países europeos como Francia, Italia y Alemania, donde «se valora mucho nuestro pistacho que, además, tiene un valor añadido al ser ecológico».
Por ello, Miguel Ángel Zamorano insiste en que «hay mucho mercado por satisfacer y mucha distribución por hacer, por lo que el margen de recorrido que tienen los frutos secos en general y el pistacho en particular es todavía enorme».
No obstante, señala que «se trata de proyectos a medio o largo plazo, que requiere de importantes inversiones y un periodo de al menos diez años para notar el retorno sobre la inversión, y esto genera dudas». De hecho, en la provincia de Sevilla, «son muchos los agricultores con interés en el pistacho por su rentabilidad, pero están a la espera de ver cómo evoluciona nuestra plantación para decidir si lanzarse o no a cultivar pistacheros».
El pistachero es un árbol muy resistente a la sequía y su precio lo convierte en una alternativa para el futuro