El hacinamiento de menores en la frontera abre una crisis a Biden
Trump denuncia que lo que considera uno de sus mayores éxitos se haya desarmado en tiempo récord, y pide al presidente que «acabe el muro»
El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, se ha visto obligado a planificar una visita de urgencia a la frontera de Estados Unidos con México ante la grave crisis que padece el sistema migratorio de su país desde que tomó posesión del cargo. Son ya 5.000 menores de edad bajo custodia federal y de ellos casi 900 los niños y adolescentes detenidos en campamentos fronterizos en una especie de celdas de plástico transparente, sin posibilidad de guardar la distancia de seguridad para prevenir el contagio de coronavirus. Aunque la Casa Blanca mantiene que esta es una crisis heredada, los republicanos, incluido el expresidente Donald Trump, han puesto entre paréntesis sus divisiones internas para responder que la promesa de Biden de una amnistía en toda regla ha creado un ‘efecto llamada’ imposible de contener si no se toman medidas drásticas.
Tras pasarse días desdeñando las críticas recibidas tanto a izquierda como a derecha, Biden anunció el domingo que pronto visitará la frontera. «Vamos a tomar medidas, sobre todo para poder restablecer los protocolos que había antes, es decir, que [los peticionarios de asilo] se queden en sus países mientras se tramitan sus casos», dijo el presidente en un breve encuentro con la prensa a su regreso de Camp David, donde pasó el fin de semana. Es decir, Biden quiere regresar a uno de los pilares de la política fronteriza de Trump: las devoluciones en caliente. Pero lo que no dijo el presidente, aunque sí han detallado sus subalternos, es que en esas devoluciones no entran ni entrarán los menores, el cambio sustancial con respecto al anterior Gobierno que ha propiciado toda esta crisis.
En sus primeras horas en la Casa Blanca, Biden firmó una serie de decretos para una reforma urgente del sistema migratorio, algo que había prometido en campaña. Durante cuatro das por diputados, tanto demócratas como republicanos, que han visitado los centros de detención estos pasados días. Hay bajo custodia de los agentes de policía fronteriza unos 5.000 menores centroamericanos y mexicanos de los que 900 están en esos centros de dudosa habitabilidad. En principio, y en virtud de la jurisprudencia, sólo pueden estar en ese limbo legal unas 72 horas, hasta que se hace cargo de ellos el sistema federal. Pero la media que pasan hoy por hoy en esas instalaciones es de casi cinco días, porque el sistema está completamente saturado. Un 80% de esos niños, que llegan solos a la frontera o la cruzan ilegalmente, dicen tener familia en EE.UU.
Ante semejante crisis, el Gobierno se ha lanzado a tratar de solucionar el problema en su origen: México y Centroamérica. Hoy mismo comienza una visita a esa zona una delegación estadounidense, encabezada por la asesora especial del presidente para la frontera, Roberta Jacobson. Primero irán a México, y después a Guatemala para «atajar las causas de raíz de la emigración y construir un futuro más esperanzador allí», según dijo la Casa Blanca en el anuncio. Ya la semana pasada, Biden aceptó condicionar el envío a México de 2,5 millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca a una mayor cooperación en material migratoria.
El secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, se hizo entrevistar el domingo en los principales programas informativos para volver a pedir, una vez más, a quienes piensen en emigrar al norte que se queden en sus países. «Expulsaremos a las familias. Expulsaremos a los adultos. Lo único que no haremos es expulsar a niños solos y vulnerables», dijo Mayorkas, aunque precisamente ese es el origen de esta crisis, provocada por el hacinamiento de niños. Mitt Romney, un se