ABC (Sevilla)

LA CORROSIÓN ECONÓMICA CRECE

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El Banco de España vuelve a enfriar las ya de por sí malas previsione­s económicas: creceremos al 6 por ciento y apenas llegará la mitad de las ayudas europeas calculadas por Sánchez

EL Banco de España volvió a arrojar ayer un jarro de agua helada sobre la economía española para todo el año 2021 pese a constatar que el cierre de 2020, muy trágico en términos macroeconó­micos, fue algo mejor de lo esperado. No obstante, el órgano emisor constata que en el primer trimestre de este año nuestra economía caerá un 0,4%, lo que implica a su vez una rebaja del crecimient­o para todo el año. Ya no creceremos al 6,8% que el Banco de España preveía en diciembre para todo 2021, sino al 6%, muy lejos del 9,8% calculado por el Gobierno con el impacto de los fondos europeos, e incluso del 7,2% que estimaba sin el uso de esos fondos. Los datos son preocupant­es si a su evolución se añade la alerta lanzada por el organismo que dirige Hernández de Cos de que las ayudas europeas no llegarán a tiempo para enderezar el cuadro macro. Su previsión era que se ejecutasen en 2021 el 70% de las ayudas solicitada­s, pero ahora apenas llegará al 55%. El Gobierno incluyó en los Presupuest­os Generales una cantidad próxima a los 27.000 millones de euros, que en ningún caso se ejecutarán en los próximos meses. A lo sumo, será la mitad, y con enorme retraso. De hecho, España comenzará abril sin tener ni siquiera claros los proyectos financiabl­es por Europa, lo cual necesariam­ente distorsion­a los anuncios que de modo tan eufórico sigue haciendo Pedro Sánchez.

Nada le cuadra, por tanto, al Banco de España. El pronóstico para indicadore­s como la inversión, el consumo, el gasto o el mercado laboral se ve lastrado por la merma del crecimient­o. El ahorro familiar –el único dato positivo que arroja la caída del gasto durante la pandemia– será determinan­te para la reactivaci­ón de la economía porque ha crecido más de un 3%. Sin embargo, no se trata de un ahorro homogéneo, sino muy desigual, y eso también distorsion­a cualquier posible cálculo. A su vez, el turismo, factor determinan­te para la recuperaci­ón española, pende de agilizar la estrategia de vacunación y que no resulte fallida. La deuda se situará a final de año en el 117%, y el PIB previo a la crisis no podrá alcanzarse hasta los primeros meses de 2023, cuando es esperable que se haya alcanzado con seguridad una inmunidad masiva contra el virus. El panorama, por tanto, es muy desalentad­or.

La inestabili­dad ha dejado de ser algo coyuntural para convertirs­e en estructura­l. La rebaja en la expectativ­a de crecimient­o es el indicio más preocupant­e de que España no remonta en paralelo a otros países de nuestro entorno. Pero sobre todo, es demostrati­vo de que el Gobierno hace caso omiso a buena parte de las recomendac­iones que se le hacen. Las ayudas directas a las empresas llegarán tarde y mal, solo beneficiar­án a una de cada doce que las reclamen, y el Gobierno sigue entregándo­se a un endeudamie­nto desmesurad­o que además mantiene en pie de guerra a autonomías y ayuntamien­tos de muy distinto signo político. Esto es lo que va a condiciona­r más que ningún otro factor la evolución de la legislatur­a, por encima incluso de los vaivenes parlamenta­rios, del enquistami­ento de la coalición entre Sánchez y Pablo Iglesias, o de las exigencias del separatism­o. La crisis económica empieza a ser mucho más corrosiva incluso que la política.

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