ABC (Sevilla)

Una situación sin fecha de caducidad

Los establecim­ientos de ocio nocturno de Sevilla, que tienen prohibido abrir desde que se decretó el estado de alarma, no han recibido todavía ayudas, por lo que se encuentran en una situación muy delicada

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Hay lugares que son sinónimo de felicidad. Ambientes que se recuerdan toda una vida. Sitios en los que comienzan muchas historias de amor, amistad o negocios. Y hasta generacion­es agrupadas por el nombre de un local (la de La Holiday, la de Piruetas, la de La Recua, la de La Em, la de Boss, la de Casino...). Las discotecas aúnan todas estas caracterís­ticas, pero desde hace un año en Sevilla tienen apagadas las luces y la música. Están cerradas. Y el adiós no llegó tras la clásica frase de «la última y nos vamos» ni apurando la copa bajo los sones de ‘Pájaros de barro’ de Manolo García o ‘New York, New York’ de Frank Sinatra, sino de repente. Una ‘despedida a la francesa’ por culpa de la pandemia del coronaviru­s. De la diversión a la tristeza, en un solo paso. Y lo peor es que esta situación no parece tener fecha de caducidad. Sin ayudas económicas tras más de 365 días sin poder abrir, el sector del ocio nocturno atraviesa una crisis de tal magnitud que la duda ya ni siquiera está en saber cuándo podremos volver a salir de fiesta, sino en si las discotecas actuales podrán aguantar para recibirnos con los brazos abiertos cuando esto ocurra.

Horas antes de que Pedro Sánchez anunciara el estado de alarma, Groucho dio el paso de buena fe. Este local fue el primero de la capital hispalense que cerró. Bajó la persiana sin la orden del Gobierno, sólo buscando lo mejor para todos. Así lo explicaba Jaime Rodríguez de Moya, gerente de la empresa, a ABC de Sevilla: «No existe ninguna indicación por parte de la Junta de Andalucía, pero hemos decidido que lo más coherente, sensato y responsabl­e es cerrar». Ahora, un año después, el escenario es mucho más angustioso, como relata el propio Rodríguez de Moya: «La situación está exactament­e igual que hace un año: cero ayudas, cero perspectiv­as y cero comunicaci­ón. No hay perspectiv­as de que se abra a corto plazo y, diría, que ni a medio plazo; no hay perspectiv­as de que nos lleguen ayudas al ocio nocturno; no hay comunicaci­ón que nos aclare nada por ninguna vía oficial; y el local sigue cerrado acumulando polvo. Podríamos hablar del futuro del coronaviru­s pero, con el 6% de la población vacunada... pinta mal. Fuimos los primeros en cerrar por voluntad propia porque creíamos que era la mejor forma de ayudar pero, sin duda, vamos a ser los últimos en abrir por ineficacia institucio­nal».

Desde Groucho no entienden cómo se culpa al ocio nocturno de los brotes cuando «no hemos hecho nada porque fuimos los primeros en cerrar y no hemos vuelto a abrir» pero, sin duda, lo que más les preocupa es el tema de las ayudas: «No hemos tenido ni de forma directa, ni indirecta. Creo que nos han hecho un 50% en la tasa de recogida de basura. Es decir, que tengo que seguir pagando eso sin poder abrir. Y el agua y la luz. Si me doy de baja me hacen un recargo cuando las vuelva a dar de alta. Yo eché una ayuda que daba el Ayuntamien­to. Eran mil euros, que no soluciona ni un alquiler, pero la eché. No me la dieron porque el día 1 de marzo teníamos más de seis personas dadas de alta. Te dicen que, como antes de la pandemia no te iba mal, pues... Le dieron la ayuda a 19 empresas de más de ciento y pico que consiguier­on entregar toda la documentac­ión, que ya de por sí era complicado. Luego está el tema de los alquileres. En Groucho pagamos 6.000 euros al mes. Por ejemplo, si se logra pagar la mitad, teniendo en

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