«Los presupuestos actuales se nos van quedar escuchimizados»
Ayer, justo cuando recibíamos la buena noticia de los nuevos proyectos de Renault, vino el Banco de España a arruinarnos el chispazo de la esperanza renacida. Vamos a tener un protagonismo destacado en la fabricación de vehículos híbridos de la marca y eso es una puerta que se abre al futuro. Pero, como le digo, luego aparecieron los cálculos del BdE y se vino todo abajo. Empeora sus cálculos para 2021 al bajar el crecimiento del 6,8% al 6%, el de 2022 se va al 5,3% y, lo que es peor, el de 2023 al 1,7%. No hace falta que haga cálculos, para eso estamos, y no será hasta entonces, en 2023 cuando alcancemos el nivel anterior a la pandemia. En total, serán casi cuatro los años perdidos por culpa del bicho. Todo ello en el escenario central, pues las cosas pueden ir algo mejor, hasta el 7,5% o quedarse bastante peor en un decepcionante 3,2%.
Con estas previsiones queda claro que los Presupuestos actuales, aprobados con tan gran alborozo, se nos van quedar escuchimizados. El Gobierno los preparó justo después del verano, cuando gozábamos de cierta placidez sanitaria y la evolución de la pandemia permitía augurar una pronta desaparición de las restricciones. Luego las cosas se torcieron, llegó la segunda ola y transformó las alegrías del cuarto trimestre de 2020 en la tristezas del primero de este año. Lo cual nos lleva a poder asegurar sin riesgo al error que los ingresos reales serán menores que los previstos y los gastos mayores. Conclusión, el déficit será también mayor, como lo serán las necesidades de emitir más deuda.
Ya sé que estas cosas no le importan a nadie, pero es indudable que complican nuestro futuro. Ese futuro, no tan lejano, cuando la UE –que