TRIBUNA ABIERTA
La California de Europa
Si el teletrabajo se convierte en una tendencia imparable en los segmentos profesionales más tecnológicos y de mayor valor, Andalucía tiene ahí una gran oportunidad de atracción de talento y estímulo de inversiones
DURANTE mucho tiempo se habló de convertir a Andalucía en la California de Europa. Es decir, de la posibilidad de aprovechar sus excelentes condiciones —su clima privilegiado, su posición geográfica estratégica, su capital humano cualificado, su atractivo histórico y cultural…— para convertirla en una suerte de polo tecnológico e innovación que atrajera las inversiones y el talento extranjero, emulando el papel jugado por Silicon Valley en Estados Unidos. Fue el momento de la fiebre de creación de parques científicos y centros tecnológicos, que en su mayoría han jugado —y siguen jugando— un papel importante y vigorizante de la actividad económica y de investigación en Andalucía, pero no hasta el punto de convertirnos en la California de Europa, pues no son las infraestructuras sino los proyectos empresariales los que tienen el poder de propiciar esa transformación.
Probablemente no sea lo más prudente recuperar viejas etiquetas rimbombantes que sirvieron para ilusionarnos y nunca se llegaron a cumplir, pero lo cierto es que el hecho de que gigantes tecnológicos como Google o Amazon se fijen en nuestra región para desarrollar proyectos de gran calado hace casi imposible que no nos ilusionemos en esa Andalucía que podríamos llegar a ser. Si algo ha quedado evidenciado en esta pandemia es que no podemos fiarlo todo al turismo y a los servicios, que sin duda ése es un sector clave por el que seguir apostando y en el que podemos y debemos adquirir una mayor excelencia y diferenciación, pero que necesitamos más industria y una apuesta decidida por los sectores más innovadores que están detrás de la transformación digital y de la nueva economía verde.
Y en este sentido, es cierto que la pandemia nos ha traído la mala noticia de mostrarnos a la cara las debilidades de nuestro sistema productivo, pero también ha acelerado una serie de transformaciones mundiales que nos benefician y que nuestra Comunidad debería aprovechar. Así, la crisis sanitaria que estamos viviendo ha hecho patente la necesidad de tomarnos el cambio climático muy en serio, y a nadie se le escapa que Andalucía reúne unas condiciones idóneas para estimular las inversiones y los proyectos innovadores en energías limpias y economía circular. La apuesta que el Gobierno andaluz está realizando en esta dirección resulta del todo acertada, y esperemos que la colaboración público-privada permita aflorar proyectos innovadores que aporten riqueza y empleo, además de nuevas tecnologías para el desarrollo sostenible.
Pero más allá de estas inversiones, en lo que quería hacer hincapié en este artículo es en la imponente transformación que esta pandemia ha supuesto en el ámbito laboral, y particularmente en los empleos tecnológicos y de mayor cualificación, en los que el teletrabajo ha dejado de ser una suerte de ‘eterna promesa’ que nunca acababa de despuntar para convertirse en la gran estrella y protagonista del mundo profesional. Y esta transformación representa una enorme oportunidad para Andalucía: la de convertirse en lugar de residencia de directivos que con independencia de la localización geográfica de las organizaciones para las que trabajen decidan establecerse aquí, aprovechando nuestro sol, nuestra luz, nuestra vida en la calle, nuestra gente, nuestra cultura y nuestras posibilidades de ocio y expansión.
No estamos hablando de empresarios retirados de la primera línea o directivos jubilados, sino de profesionales jóvenes y con hijos a los que se les va a ofrecer como salario emocional la posibilidad de trabajar desde donde quieran, y ese lugar deseado puede ser Andalucía. Profesionales que trabajan para empresas con sedes fuera de España o con proyectos empresariales y tecnológicos propios que desarrollan en otras partes del mundo, pero que podrían vivir en Andalucía si así lo quisieran. Además de su valor intrínseco (también para esa economía de servicios de la que tanto dependemos), esta atracción de talento podría suponer a corto/ medio plazo un foco de atracción de inversiones y proyectos innovadores, pues son las personas, más que las infraestructuras, las que atraen esos proyectos.
Sería fundamental complementar y potenciar las condiciones naturales que ya tiene Andalucía para conseguir la atracción de ese talento. En este sentido, me parece estratégico que haya en nuestra Comunidad una oferta educativa de calidad y con marchamo internacional, pues se trata sin duda de una de las cuestiones que más pesan en la decisión de residencia de un profesional de 30/40 años. La Consejería de Educación acertó al extender el Bachillerato Internacional a todas las provincias, y ese es un buen punto de partida. Pero necesitamos mucho más. Necesitamos hacer de Andalucía una marca reconocida en educación pre-universitaria, con una oferta público-privada que no solo no impida sino que estimule la decisión de residencia en nuestra Comunidad, convirtiendo en otra razón para vivir aquí el deseo de dar a los hijos una formación prestigiada y homologada internacionalmente, y por supuesto bilingüe.
Si el teletrabajo, como parece, se convierte en una tendencia imparable en los segmentos profesionales más tecnológicos y de mayor valor, qué duda cabe de que Andalucía tiene ahí una gran oportunidad de atracción de talento y estímulo de inversiones.