Barracones
cord. Sin embargo, casi todo se puso en contra. «Apenas faltaban doce kilómetros para cerrar todo el perímetro, cuando les sorprendió el otoño más lluvioso del último medio siglo y perdieron toda la siembra y parte de los trabajos con una inundación». Así se malbarataron más de 13.000 hectáreas de algodón, trigo y cebada. Y a la fortuna adversa se le unió un grave error de concepto: «El proyecto había nacido con una premisa falsa: estas tierras no eran como las del Nilo, ya que son muy salinas, y la idea de Fisher de transformarlas para cultivos de regadío de toda índole era imposible pues la salinidad empeoraba cada vez que se regaba».
Se había realizado una enorme inversión inicial en la compra de tierra y maquinaria (veinte millones de pesetas de capital, más una ampliación de otros veinte y un préstamo de diez) pero las expectativas de rentabilidad se esfumaban, por lo que los accionistas desistieron y vendieron la sociedad.
Una de las huellas de la herencia inglesa es el poblado Alfonso XIII, que inauguró el monarca español acompañado por el príncipe de Gales. También quedan barracones dispersos (como en
En las fincas del entorno se conservan barracones de los braceros que contrataron los ingleses. En estado ruinoso sigue en pie el primero de los molinos arroceros. La fábrica de papel de estraza a partir de restos del arroz que levantó Beca es hoy la biblioteca. La obra ‘El Rincón de los Lirios’ de González Arteaga recupera la historia y las fotografías que realizó la compañía Islas del Guadalquivir y que se atribuyen al fotógrafo Juan José Serrano.