La vicepresidenta toma el control de la política fronteriza
Kamala Harris va amasando poder y queda al cargo de solucionar la crisis
Joe Biden quiere que cale el mensaje de que la situación en la frontera está bajo control, a pesar de las dramáticas cifras de menores que cruzan la frontera solos y las alarmantes imágenes de cómo estos viven hacinados en unos campos de detención temporal. Para calmar los ánimos, el presidente le acaba de encomendar la solución de la crisis a su ‘número dos’, Kamala Harris. Con este encargo de vital importancia para el futuro de esta Casa Blanca, la vicepresidenta amasa cada más influencia y poder.
«Este nuevo aumento con el que estamos lidiando ahora comenzó con la Administración pasada, pero hoy es nuestra responsabilidad», dijo Biden ayer en la Casa Blanca, tras una reunión ministerial para buscar soluciones a la crisis. «No puedo pensar en nadie que esté mejor cualificado para esto», añadió el presidente , quien recordó que Harris fue fiscal en California y por lo tanto está capacitada para combatir delitos como la trata de blancas. Harris, por su par parte, dijo que «no hay duda de que esta es una situación complicada y se comprometió a combatir el problema «de raíz», analizando sus causas.
Antes, Biden había enviado una delegación de funcionarios a México y Guatemala para coordinar políticas y reducir el flujo migratorio hacia el norte que, de momento, no ha anunciado el resultado de sus gestiones. Paralelamente, funcionarios de la Casa Blanca y diputados y senadores están visitando la frontera esta semana para conocer de primera mano el problema. De las primeras visitas han circulado ya en EE.UU. fotografías de los niños hacinados en una suerte de celdas de plástico, sin capacidad de guardar la distancia de seguridad para prevenir el contagio del coronavirus.
Número dos con poder
Harris tendrá, según la Casa Blanca, dos objetivos prioritarios en su nuevo cargo de supervisora de política fronteriza: trabajará para detener el flujo de migrantes y liderará un diálogo estratégico con México, El Salvador, Guatemala y Honduras. Su papel es similar al que ya asumió el propio Biden como vicepresidente de Barack Obama.
La vicepresidenta ha ido amasando poder, y mantiene su propia agenda, centrada de momento en relaciones con el Senado y respuesta a la crisis económica provocada por el coronavirus. Biden, dado a los traspiés verbales en sus discursos, se ha referido a ella en más de una ocasión como «presidenta Harris», lo que suele provocar la hilaridad de los programas televisivos.
El problema para Harris es que ya hay unos 15.000 niños bajo custodia federal, 5.000 de ellos a recaudo del cuerpo de policías de frontera en unas instalaciones saturadas y masificadas. Los menores llegan a más de 500 por día, y esos centros de detención ya no pueden alojar a más.
Biden ha prometido una amnistía, pero sólo para quien esté en EE.UU. desde antes del 1 de enero de 2021. Los que lleguen después no podrán beneficiarse. El propio presidente lo ha repetido varias veces, pidiendo a quienes piensen en dejar sus países en Centroamérica que no lo hagan, «porque la frontera sigue cerrada». Eso no ha disuadido a esos menores que no dejan de llamar a la puerta y que ya han saturado esos campos de detención temporal en plena pandemia.