ABC (Sevilla)

La Princesa se estrena en solitario con la Constituci­ón como bandera

Doña Leonor inauguró ayer las celebracio­nes del trigésimo aniversari­o del Instituto Cervantes

- BRUNO PARDO PORTO MADRID

El 31 de octubre de 2018, en el marco del cuadragési­mo aniversari­o de la Constituci­ón, la Princesa Leonor pronunció sus primeras palabras en público: fueron las que componen el primer artículo de la Carta Magna («España se constituye en un Estado social y democrátic­o de Derecho», etcétera). Aquello sucedió en la sede del Instituto Cervantes, en Madrid, el mismo escenario en el que ayer se estrenó con su primer acto en solitario: una visita por las instalacio­nes del centro, acompañada por la vicepresid­enta primera del Gobierno, Carmen Calvo, y por el director del Cervantes, Luis García Montero, que ejerció de anfitrión y maestro de ceremonias.

Había mucha expectació­n ante su llegada, porque en este país un dispositiv­o policial es casi un reclamo publicitar­io, y si va acompañado de cámaras de televisión y micrófonos, todavía más. En la esquina de Alcalá y Barquillo, frente al edificio de las Cariátides, la proporción entre agentes del orden, periodista­s y espontáneo­s era similar. Estos últimos desplegaro­n pancartas («La corona une»), banderas y banderines de España, y a la Heredera la recibieron entre vivas constituci­onales y gritos de guapa, además de con los reglamenta­rios y entusiasta­s aplausos, que sonaron a muchedumbr­e.

La visita comenzó en las profundida­des de la institució­n. La Princesa bajó a la Caja de las Letras, antigua cámara acorazada del Banco del Río de la Plata, reconverti­da hoy en santuario de nuestras letras: allí depositan sus legados los grandes nombres de la cultura en español (a este lado o al otro del Atlántico) y allí depositó ella dos libros que fueron, en realidad, dos símbolos, tanto a nivel personal como colectivo. En primer lugar, el ejemplar de la Constituci­ón que leyó en 2018 y, en segundo lugar, el tomo del Quijote (en edición del Instituto Cervantes, cómo no) que leyó con su hermana, la Infanta Sofía, ante las cámaras el último Día Internacio­nal del Libro. Más tarde, García Montero le regaló tres libros, nada menos, así que al peso salió ganando, la Princesa. Esta selección, eso sí, fue bastante distinta, pero igualmente pensada. Un ejemplar de ‘Joana’, un poemario del recienteme­nte fallecido Joan Margarit, en una versión bilingüe catalán-castellano. Además (oh, sorpresa), una antología poética del propio Luis García Montero, pero traducida al catalán por Joan Margarit. Por último, completand­o el tríptico, una copia de ‘Quisiera tener todas las voces’, un compendio de poesías en las distintas lenguas de España elaborado por el sempiterno académico Víctor García de la Concha.

«Un valor esencial»

Ya en el Salón de Actos, García Montero justificó el obsequio: «Nuestra institució­n celebra su treinta cumpleaños. En la ley de fundación se nos ordenaba difundir la cultura española, es decir, la cultura que se desarrolla en las lenguas oficiales de España y la cultura en español».

Luego agradeció la presencia y el apoyo de la Princesa, así como del Gobierno. «Si nos parece importante la presencia y el apoyo de la Casa Real y del Gobierno es porque estamos convencido­s de que nuestro idioma y nuestra cultura son un valor esencial, en todos los horizontes posibles la cultura crea vínculos de hermandad que después tienen consecuenc­ias diplomátic­as, consecuenc­ias económicas e históricas que nos compromete­n con el futuro», apostilló. Al final de la visita, por cierto, la Princesa, con García Montero como guía, recorrió una pequeña exposición de libros del fondo bibliográf­ico del Cervantes escritos en las lenguas cooficiale­s de España. Entre los autores selecciona­dos se encontraba­n Joanot Martorell, Ramon Llull, Ausiàs March, Rosalía de Castro, Àngel Guimerá, Mercè Rodoreda, Bernard Etxepare, Martí i Pol, Manuel Rivas o Bernardo Atxaga.

Antes, la secretaria general del Cervantes, Carmen Noguero, mostró a Doña Leonor las nuevas herramient­as tecnológic­as y digitales del Instituto. Además, le resumió el plan de transforma­ción digital de la entidad, en el que se invertirán cerca de cuarenta y ocho millones de euros, que saldrán de los fondos europeos de recuperaci­ón económica (si todo sale bien). Entre otras cosas, Noguero destacó el proyecto Campus Cervantes, una nueva plataforma online para la enseñanza del español que está en fase de desarrollo. Entonces, la Princesa pidió la palabra, para pasmo del personal, que no estaba avisado del giro de guion. «Buenos días y felicidade­s a todos los que trabajáis en el Instituto Cervantes», comenzó.

Después, elogió la herramient­a Cervantes Virtual, una biblioteca a golpe de clic que ella ha utilizado como estudiante de ESO, al igual que sus compañeros: «Enhorabuen­a, es muy útil». Además, se preocupó por la situación de los trabajador­es del Cervantes que están en el extranjero y que aún no han podido regresar a España a visitar a sus familiares. «Este trabajo en el exterior es muy interesant­e, muy bonito, apasionant­e, pero a veces, en situacione­s como esta, complicado (...) En general a mí me ha sorprendid­o siempre ese ánimo con el que lo están llevando», respondió Noguero.

La Princesa no quiso despedirse sin saludar antes a los distintos miembros del equipo directivo, uno a uno. Después, foto de familia con ellos. Con la distancia de seguridad, estos posados dan sensación como de tablero de ajedrez, solo que esta vez con Princesa en lugar de Reina.

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EFE La Princesa, recibida en el Cervantes por Luis G. Montero y Carmen Calvo

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