ABC (Sevilla)

VISTO Y NO VISTO

- IGNACIO RUIZ-QUINTANO

La compasión es la base del periodismo nerudiano, el que compadece a la víctima sólo si el verdugo es el enemigo, pues si el verdugo es el amigo, no hay víctima

LA señal de que asistimos a los Mejores Cuarenta Años de la Historia de España es que Ábalos, el ministro plenipoten­ciario del sanchismo, es… feminista. Yo sé de algunos machirulos que cuando lo de La Manada se apuntaron al lelilí nacional con sus cosillas de ardor moral y hoy pasan en el ‘mainstream’ por feministas de pata negra. Para mantener su prestigio, no necesitan escribir una línea sobre el caso de la menor tutelada y abusada en Valencia, taifa política de Ábalos... y Mónica Oltra, la jurista renana que revisó el ‘pater familias’ que aprendimos en Rudolf von Ihering, el jurista frisón:

—Si tu marido te pone un jaguar en el garaje eres partícipe a título lucrativo –tuiteó Oltra en febrero de 2015–. Si roba el códice calixtino te caen seis meses. Cuestión de clase.

Este silencio de los corderos en la menorería de Valencia (así como en la menorería de la Frontera Sur de Sleepy Joe, con sus correspons­ales letraherid­os por el rayo trumpiano) es el periodismo nerudiano. «Me gusta cuando callas porque estás como ausente», que dijo el Sepu de la poesía, como lo llamara Ruano.

—Era un poeta lírico muy superficia­l, sin interés, y tenía cara de rana –diría luego Eugenio Granell, que lo padeció–. Cuando yo intentaba salir de París porque los nazis iban a entrar, conseguí apuntarme a una lista de personas a las que el partido comunista ayudaba a huir a América. Neruda me tachó porque yo era trotskista.

Lo dicho: periodismo nerudiano para profesiona­les de la compasión. Hannah Arendt estudió el papel crucial de la compasión en la Revolución francesa, aquel mano a mano Rousseau-Robespierr­e en la guillotina de la plaza de la Concordia.

–Si Rousseau había introducid­o la compasión en la teoría política, fue Robespierr­e quien la llevó a la calle, con la vehemencia de su gran oratoria revolucion­aria.

La compasión es la base del periodismo nerudiano, el que compadece a la víctima sólo si el verdugo es el enemigo, pues si el verdugo es el amigo, no hay víctima.

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