Juan Robles, el hostelero de Sevilla
para vacunarme. La amabilidad era extraordinaria y el cariño con que fui tratado, exquisito. Se ve cómo la relación sanitario-paciente no tiene enemigos, ni personajes con poca educación. Bueno, pues tan contento me marché a casa y al poner la tele para ver el telediario, observé que cuatro políticos, dos por bando, se echaron casi los brazos al cuello, poniéndose verdes, insultándose y dando un ejemplo barriobajero. Sánchez, ‘Coletas’, Casado y Egea dieron un espectáculo bochornoso. La sanitaria que me atendió en el ambulatorio de Ciudad Expo demostró tener más valía que esos políticos maleducados.
Con motivo del reciente fallecimiento de Juan Robles y para dar breve testimonio de su calidad humana, quisiera hacer público un detalle muy hermoso que tuvo con mi familia hace muchos años.
En abril de 1992 falleció mi padre, el librero Pascual Lázaro, cliente habitual de Casa Robles. Tras su entierro nos encontramos en la casa familiar de la calle Francos a muchas personas entre familia y amigos. Al ser la hora de comer y no tener ánimo ni con qué atenderles, recurrimos a su vecino y amigo Juan Robles para encargar algo de comida para llevar. Este nos dijo que no nos preocupáramos, que nos volviéramos a casa a acompañar a nuestra madre. Al poco tiempo llegaron por la calle Conteros arriba varios camareros con bandejas de todo tipo, y lo hicieron varias veces. Cuando al día siguiente fuimos varios hermanos a liquidar la cuenta, no quiso hacerlo de ninguna manera. Nos dijo algo así como «ya arreglaré cuentas con él allí arriba». Aquello nos emocionó profundamente y nunca lo hemos olvidado. Espero que ya se hayan encontrado en el Cielo y hayan podido hablar de aquel detalle tan hermoso. Descanse en paz el señor don Juan Robles, y nuestro más sentido pésame a su familia.
JOSÉ LUIS LÁZARO