Viejos oficios
Varios sectores, bajo mínimos
Los cereros, como este que trabaja en Andalucía, han perdido el 75 por ciento de su facturación este año como consecuencia de la pandemia como cruces de mayo o tómbolas, que son fuentes de ingresos». Paquili es pesimista, pero no catastrofista: «Es vital que todos entendamos que sin este sector no se sostiene la Semana Santa como reclamo para el turismo, que a su vez sostiene a los sectores hosteleros y hoteleros». Hay que evitar el efecto dominó. La tercera caída.
Pero las señales son agónicas. La fábrica de velas y cirios Bellido, que fundó esta saga en el siglo XIX en el municipio jiennense de Andújar, ha perdido el 70 por ciento de la producción. Mantiene sólo ocho trabajadores. Todos los demás están en un ERTE. Pasa lo mismo en las grandes floristerías, cuyo mayor porcentaje de ingresos se viene de la ornamentación de templos y pasos en estas fechas. Rafael Martín, proveedor vallisoletano, lo ve todo negro: «Ninguna crisis ha sido peor que esta». El onubense Antonio Rivera busca el consuelo de sus compradores habituales: «Me llaman para darme ánimos».
El Parlamento de Andalucía ha aprobado una Proposición No de Ley presentada por el PP para destinar ayudas e incentivos a la modernización de los talleres y ampliación de estos negocios. Se aprobó por unanimidad con el objetivo de «salvaguardar las tradiciones culturales y señas de identidad y contribuir a la protección y el fomento de la producción de arte sacro». Pero no ha sido suficiente. El sector está en estertores. Está viviendo en sus propias carnes la pasión y, en muchos casos, también la muerte.
El Rey Felipe VI llamó el año pasado a los presidentes de los principales consejos de cofradías de España para reconocer la labor de las hermandades. El responsable de Sevilla, Francisco Vélez, cuenta cómo un número largo desconocido apareció de repente en la pantalla de su móvil en pleno Miércoles Santo. Al otro lado estaba el monarca, que se interesó por las consecuencias de la suspensión de las procesiones. «¿Hay muchas personas afectadas en las cofradías? Sé el trabajo que hacen las hermandades y lo importantes que son para la sociedad, por lo que les transmito mi apoyo a todas en estos días tan difíciles». Posteriormente, el Rey llamó también al presidente de la Agrupación de Cofradías de Málaga, que este año ha cumplido su centenario, al de Murcia… A nadie se le escapa la trascendencia de la Semana Santa para la economía española. De las paredes del Prado cuelgan el ‘Crucificado’ de Velázquez, la ‘Resurrección’ de El Greco, el ‘Lavatorio’ de Tintoretto…
«En estos momentos de sufrimiento también sale lo mejor de la gente, esa es la esencia de la Semana Santa, que es la fiesta del perdón. Hay muchos ciudadanos anónimos que están haciendo donaciones para sacar esto adelante porque las hermandades han perdido muchos ingresos y su labor social es muy importante. El problema es que lo primero que se recorta es el apartado patrimonial y, obviamente, eso repercute en el gremio de los artesanos», explica Francisco Vélez, el presidente de las cofradías sevillanas.
Las bandas, en silencio
Este año no será tan duro como el anterior. No habrá confinamiento total y quizás tampoco llamada del Rey. Habrá algunos gremios que podrán respirar un poco porque muchas hermandades van a montar sus pasos en los templos para que puedan ser venerados por los devotos. Algunos puristas critican la iniciativa porque defienden que los pasos son altares itinerantes y no tiene sentido montarlos si no van a procesionar, pero para otros muchos esta idea es una agarradera espiritual y económica. Floristas y cereros lo celebran. Sin embargo, hay otros gremios que permanecen in albis. Quizás el más perjudicado de todos es el de las bandas de música, cuyos únicos ingresos anuales se producen en Semana Santa. Con ese dinero mantienen locales de ensayo, uniformes, instrumentos… Pero con el bolsillo vacío, muchas agrupaciones tendrán que abandonar. Una buena banda cobra entre 6.000 y 12.000 euros por acompañar a una hermandad durante su estación de penitencia. Esto se traduce en una facturación de unos 60.000 euros a lo largo de toda la Semana Santa, lo que les da para mantenerse el resto del año, ya que casi todas son asociaciones sin ánimo de lucro. Las bandas profesionales, como la histórica del maestro Tejera, están sencillamente atravesando el peor momento de su historia centenaria. Su director, José Manuel Tristán, es tajante: «Nosotros sobreviviremos porque nuestra historia nos obliga a aguantar, pero este es el peor trance que hemos conocido. Ojalá podamos salir pronto a la calle a tocar porque, más allá de los económico, la música también cura». Ojalá. La incertidumbre es la cruz más pesada.
Bordar con hilo de oro, repujar la plata hasta conseguir que deslumbren al devoto, poner flores de Holanda en las jarras de un paso de palio y claveles reventones en un monte del Calvario, tocar marchas de Font de Anta o Gámez Laserna en la trasera de un paso o llevar un carro de cirios hasta un templo para que cada nazareno coja el suyo no son sólo tradiciones que vertebran España. Son también un medio de vida para muchas familias que esta semana van a entender mejor que nunca el sufrimiento de Cristo desde su entrada triunfal en Jerusalén hasta su muerte enclavado. Hoy es Viernes de Dolores. Para unos más que para otros. Pero de todas las advocaciones que tiene la Semana Santa, siempre hay una que prevalece: la Esperanza.
«Necesitamos ayudas directas o muchos oficios se perderán», alerta Paquili, prestigioso bordador
El Parque Arte Sacro de Sevilla, único polígono exclusivo para estos oficios, languidece