‘Argippo’
de este título es espectacular, en opinión de este director, y ello a pesar de ser un ‘pasticcio’, esto es, una obra compuesta y ampliada por Vivaldi con arias de otros compositores contemporáneos suyos, como Porpora o Pescetti, con el objetivo de hacerla atractiva su estreno en Praga y su posterior representación por teatros del norte de Europa.
Esta diversa procedencia de elementos no supone ningún demérito para la partitura, al contrario, pues resulta «un espejo perfecto de lo que se hacía en la ópera del siglo XVIII en Europa. A partir de los años 30 de aquel siglo es imposible sobrevivir en la ópera sin incluir música de diferentes estilos. Por ello Vivaldi incluye grandes arias que habían gustado al público». Lo que la distingue de otras óperas de este compositor es «la calidad de la música, que me parece deslumbrante y que demuestra que fue un gran hombre de teatro y de genio», señala Biondi sobre Vivaldi, un autor que «tiene obras fulgurantes y maravillosas, pero que también componía obras «muy convencionales», por lo que hay que seleccionar bien, en su opinión, lo que se presenta al público de su producción.
La puesta en escena
«Es un espejo perfecto de lo que se hacía en la ópera del siglo XVIII en Europa»
Aunque se trate de una representación en concierto, Biondi trata de que sus cantantes vayan más allá e interpreten dramáticamente a sus personajes. «Deben tener fuerza, un deseo de convencer y no estar en una escena para demostrar su propia capacidad de hacer música, sino realizar un acto de amor en favor de la obra».
Con todo, este director asegura que a veces prefiere una ópera en concierto que una representación con una dirección de escena y una escenografía que desvirtúen la obra original. «Este formato te permite disfrutar de la música mejor que en ciertas puestas en escena delirantes que suponen una falta de respeto a la historia. Si haces una puesta en escena es para creer en la partitura y no para contar otras historias. Es importante tener modestia».
De hecho, este músico italiano señala que se encargó de la dirección musical de una producción de ‘El rapto del serrallo’, de Mozart, «en la que la obra era totalmente destruida y me pareció coherente decir que eso no era ‘El rapto del serrallo’ sino otra cosa. No tenemos derecho a destruir el libreto de un compositor. Sería mejor volver a ciertas tradiciones por respeto al público y al libreto, aunque este nos pueda resultar hoy anacrónico. Hay ciertas obras que se tachan de machista o antifeministas, pero no se puede cambiar el final de ‘Carmen’ porque sea políticamente incorrecto».