Una cartografía muy personal de la poesía femenina latinoamericana
María Alcantarilla selecciona a trece autoras centradas en la poética del cuerpo
Aquel mismo año dirigió por primera vez el ‘Miserere’ con la Orquesta Bética Filarmónica y, a partir de 1991, lo hizo con la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Desde 1962 hasta 2007, Izquierdo estuvo al frente de este concierto en cuarenta y tres ocasiones. En 2007, el año de su despedida, el director gallego hizo una grabación discográfica con José Bros, Flavio Oliver, Carlos Álvarez y dos niños solistas de la Escolanía de El Escorial.
En una entrevista que concedió Izquierdo a ABC comentaba que «dirigí el ‘Miserere’ por casualidad, ya que el año 1959 llegué a Sevilla y me puse al frente de la Asociación Coral de Sevilla, a la que dirigí en nueve ocasiones. Entonces me dijeron que tenía que hacer el ‘Miserere’». Dicha agrupación coral está ligada a esta obra de Eslava desde 1956, fecha desde la que la ha interpretado ininterrumpidamente.
La crisis de 2008
En 2008, cuando ya Luis Izquierdo se había despedido y afrontaba su jubilación, el ‘Miserere’ estuvo a punto de no celebrarse, pues hubo una polémica generada por el anterior director artístico de la Sinfónica, Pedro Halffter, que en un primer momento no aceptó que estuviera al frente de la ROSS el director de la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, Francisco Javier Gutiérrez Juan.
Al final se llegó a un acuerdo y hubo concierto. El propio Izquierdo le había dejado un sobre al entonces alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, en el que le sugería un sucesor para estar al frente del ‘Miserere’, pero el Ayuntamiento declinó esta opción.
Aunque la obra de Eslava sea una pieza sacra no siempre se vio con buenos ojos su interpretación en la Catedral. De hecho, el cardenal Segura abolió la interpretación del ‘Miserere’ en el Templo Metropolitano por medio de una Instrucción Pastoral publicada en el Boletín Oficial del Arzobispado el 25 de febrero de 1945.
Aquel año fue sustituido por otro ‘Miserere’, de Vicente Goicoechea. Según José Manuel Delgado, Segura «se había basado para la prohibición del ‘Miserere’ en el Motu Proprio Tra le sollicitudini que había promulgado el Papa Pío X el 22 de noviembre de 1903».
Tras ese momento crítico que podría haber acabado con esta hermosa tradición de representar cada año la popular obra de Eslava, fue Pedro Braña al frente de la Asociación Coral de Sevilla quien rescató esta pieza para la ciudad a partir del año 1956 (en aquella época se interpretó en su versión en concierto). Gracias al impulso de Braña y del Consejo General de Hermandades se recuperó anualmente la interpretación de la obra de Eslava.
Además, en el seno de la Iglesia estaban produciéndose algunos cambios que también favorecieron el regreso del ‘Miserere’. En ese sentido fue esencial la llegada de José María Bueno Monreal a Sevilla a partir de 1957, algo que le otorgó un espíritu aperturista al Arzobispado y que permitió que esta obra regresara a la Catedral a partir de 1970.
Una antología habla tanto de los escritores compilados como del autor de la selección y ‘El cielo de abajo’, que ha preparado la poeta y artista visual sevillana María Alcantarilla, no es ninguna excepción. En ella recopila a trece poetas latinoamericanas que presentan un discurso alejado del racionalismo y los saberes técnicos, centrado, en cambio, en la intuición poética y los saberes del cuerpo, que se filtran en el uso de la palabra y una búsqueda del sentido menos lineal, más intuitivo y, digamos, en espiral. Trazos estilísticos presentes también en la poesía de la autora de poemarios como «Introducción al límite» (2019).
«Es una cartografía personal de lo que me epata y conmueve, que habla también de mi manera de entender la poesía y el acto creativo», explica María Alcantarilla desde Cádiz, donde dirige el Laboratorio de Escritura Creativa de su Universidad.
Este mapa de la intuición poética y lo femenino en la poesía latinoamericana, que ha preparado para la colección Vandalia de la Fundación José Manuel Lara, presenta a trece poetas que abarcan casi un siglo, muchas de ellas desconocidas, como la venezolana Hanni Ossott, la mexicana Esther Seligson, la cubana Allina Galliano, la panameña Diana Morán y la salvadoreña Carmen González Huguet, entre otras.
La única excepción a esta regla sería la argentina Olga Orozco,ozco, integran-integrante junto a su compatrioota Oliverio Girondo del el grupo surrealista ‘Terceera vanguardia’, el resto o han sido orilladas del caanon de la poesía latinoamericana, por lo que ‘El cielo de abajo’ se suma a la reivindicación de escritoras del continente en paralelo a antologías como la reciente ‘Vindictas’ (Páginas de Espuma, 2020), centrada en el cuento.
El origen de la antología que ha preparado la escritora sevillana, que discurre de manera temática que no temporal, está en la lectura de la brasileña Clarice Lispector y la croata Dubravka Ugrešic, que «tienen una manera muy orgánica y natural de enfrentarse al hecho creativo, con el cuerpo como canal, tan presente en su obra. Ese fue el origen de mi tesis doctoral, en la que me preguntaba que si ese uso del cuerpo se daba en la narrativa, teníanía que estar es también presente en la poesía, p que es la máxima decantación c del lenguaje».
Antología poética. Colección Vandalia de la Fundación José Manuel Lara. 15 € Reflejo R en el lenguaje
Uno U de los resultados de esta investigación es esta antología poética que presenta una poesía escrita por mujeres que se aparta conscientemente de «lo confesional o la poesía amorosa», al que, en opinión de esta autora, «ha reducido la crítica especializada el imaginario poético femenino».
Frente a ello, María Alcantarilla plantea un discurso de lo femenino «con la idea del cuerpo como mediador entre la interioridad y el mundo. Estas mujeres utilizan el cuerpo como canal, lo que tiene su reflejo en un lenguaje en el que juegan con los versos, rompen las cadencias oracionales y el razonamiento lineal, lo que nos descoloca como lectores». Una concepción de la poesía que comparte en su obra la autora sevillana, aunque, reconoce, se sienta de las antologadas «a mucha distancia intelectual. Pese a ello, me veo muy en casa junto a esas voces que seleccioné para una antología que me ha hecho de espejo y me han reconciliado con la voz femenina, abriéndome muchísimas puertas. Cuando hablo de lo masculino y lo femenino, no distingo entre hombre y mujer, sino que todos tenemos una parte femenina y otra masculina».
Los textos incluidos en la antología se complementan con un cuadernillo fotográfico realizado por María Alcantarilla y que es el resultado, explica, de «mis conversaciones íntimas con las autoras». De esta forma, la autora integra también en el libro su vertiente como artista visual.
«Desde hace tiempo no concibo otra forma de trabajar la poesía, que se construye a base de imágenes. Por ese motivo, poesía e imagen se complementan de forma espectacular y permite abrir puertas entre ambas. La imagen aporta más escalas de significación al proyecto».