ABC (Sevilla)

Los músculos de Sainz y el cuerpo ciclista de Alonso

- J. C. C.

Los dos pilotos españoles se presentan al curso con un aspecto físico muy diferente. Carlos Sainz se ha agenciado músculos y Fernando Alonso ha derivado en cuerpo flaco de ciclista. Sainz da 74 kilos en la báscula, tres más de su peso habitual. Es un rumbo voluntario.

Quería engordar, marcar ligamentos porque, dice, se encuentra mejor mental y físicament­e con ese cambio de hábito que lo ha llevado al gimnasio y a cambiar su dieta por una nutrición más saludable. Su volumen corporal es evidente a la vista. Desde hace muchos años, Fernando Alonso necesita la actividad para sentirse bien. El ejercicio le interesa más que la buena mesa. Su pasión es conocida, la bicicleta, y a ella se ha entregado durante el último invierno hasta que el atropello de un coche en Lugano lo transportó al susto de su vida y al quirófano. Hasta entonces había bajado su peso hasta los 67 kilos, más fino que nunca en base a las maratonian­as sesiones de bici. Alonso lleva dos placas de titanio en el maxilar superior que se fracturó y tendrá que pasar de nuevo por el quirófano para que le sean retiradas las piezas en una operación casi más estética. el Mundial de Resistenci­a, las 24 Horas de Daytona y concursó con gran solvencia fuera de los circuitos en una modalidad tan compleja como el rally Dakar. Ni siquiera es el más veterano de la actual F1, Raikkonen va a cumplir 42 años.

La nueva realidad que impone el coronaviru­s ha provocado que a Alonso le sobre este año. El gran cambio normativo de la F1, la vuelta a la tortilla en las reglamenta­ción técnica, estaba previsto para 2021. El confinamie­nto y las restriccio­nes lo han aplazado a 2022. Alonso quería regresar para llevar a cabo ese proceso de cambio y cruzar los dedos por si las mentes pensantes de Renault conseguían un coche capaz de ganar carreras. Será como barajar las cartas. Tal vez te toque el as. Alonso cree que Renault tiene medios y él la experienci­a para comandar esa revolución de 2022. De momento, el Alpine parece estar a la cola del pelotón intermedio, aunque ayer se vio que la competenci­a se aprieta. Quince coches en un segundo.

«Sería un buen año si entramos regularmen­te en los puntos, nos clasificam­os para la Q3 y tenemos la opción de luchar por los podios», señala Fernando Alonso.

A Carlos Sainz le mueve siempre la regularida­d. Tanto en el carácter –apacible y esquivo con las polémicas–, como en la pista –apenas comete errores–, el madrileño es un contrasent­ido del principal precepto que mueve a los pilotos en la F1: el compañero de equipo siempre es el primer y máximo rival porque tiene el mismo coche. Sainz ha convertido su periplo en la F1 en perpetuo Melbourne, la ciudad del buen rollo. No polemizó públicamen­te en Toro Rosso con un volcán como Verstappen, tanto él como su padre y su entorno siempre en llamas. Convirtió su rivalidad con Lando Norris en McLaren en una amistad inusual en la Fórmula 1. Y pretende seguir en la misma onda en Ferrari. Quiere tender puentes con Charles Leclerc.

Ferrari es el equipo. Una de las tres patas en las que se sustenta este deporte, junto al GP Mónaco y la marca F1. Provisto de un aura especial que no tiene ninguna otra escudería en ningún lugar del mundo, representa la esencia de la Fórmula 1.

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