ABC (Sevilla)

La noticia es que la titular de Educación y F. P. continúa, incomprens­iblemente, en el cargo

- ÁNGEL EXPÓSITO

CADA vez que releo la respuesta de Isabel Celaá al diputado Juan José Matarí siento más estupor. Pasan los días y la indignació­n, para cualquiera con un mínimo de sensibilid­ad, aumenta. Literalmen­te, la ministra de ¡Educación! le dijo esto al padre de Andrea, 25 años, con síndrome de Down: «Señor Matarí: ¿de dónde viene usted? Qué lejos viene usted. ¿De qué lejos viene usted? Usted no tiene ningún contacto ni con el mundo educativo, ni con los padres, ni con los hijos, ni con los profesores. Usted no sé de qué habla».

La noticia es que cuatro días después, esta señora sigue sentada en el Consejo de Ministros. Y para mayor escarnio ‘progresist­a y reformista’ su bancada, el resto del Gobierno y los diputados de Podemos se pusieron a aplaudir entre risotadas. Llevo muchos años informando y asistiendo atónito a espectácul­os lamentable­s en el Congreso y no recuerdo ninguno como éste.

De todas las reacciones a la infamia me quedo con la carta que Ramón, padre de una niña Down preciosa, publicó en ABC: «Señora ministra, cuando sus hijas comenzaron su educación en aquel colegio bueno y caro de Lejona, a las nuestras, a miles y miles de nuestras hijas, las llamaban subnormale­s y no tenían escuela a donde ir. ¿Le ha pasado eso, Señora? ¿Puede entender de lo que le hablo?».

No recuerdo una menor falta de empatía, un mayor desprecio hacia los más débiles. Y la aplaudiero­n sin vergüenza alguna.

En cualquier país decente esta ministra habría dejado de serlo minutos después de su burla. Pero aquí no. En España, Isabel Celaá nos seguirá mirando por encima del hombro y los suyos seguirán mofándose desde su falsa superiorid­ad.

PD: Isabel Celaá telefoneó al padre de Andrea y le pidió disculpas «si sus palabras pudieron ofenderle». Siempre con la puñetera coletilla.

Pero el lamento ya no sirve porque la vergüenza es tal que no vale con lamerse los insultos.

Porque el desprecio no fue para Juan José o para Ramón (que también). La mofa fue para tantos niños que necesitan una educación especial para desarrolla­r su dignidad.

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