Sánchez va a tener problemas muy gordos. Su Frankenstein amenaza con convertirse en chatarra
FRANKENSTEIN, el monstruo creado por la imaginación de la novelista inglesa Mary Shelley, ha tenido numerosos imitadores en todos los aspectos de la vida, para acabar siempre víctima de su génesis antinatural: compuesto por órganos de distintos cadáveres gracias al estrafalario doctor que lo creó, es incapaz de actuar como una criatura humana y actúa al margen de la razón y sentido.
Estamos viéndolo en el último de ellos, el gobierno montado para echar a Rajoy de La Moncloa, bautizado certeramente por uno de los pocos socialistas con sentido de Estado: Alfredo Pérez Rubalcaba. Y ha empezado en la cima del mismo, donde PSOE y Podemos forcejean para imponer su versión izquierdista, sin imponerse ninguno en ningún terreno, y así nos va. Aunque donde más claro se ve es donde más de acuerdo deberían de estar: Cataluña. Si nos hubieran dicho hace un año que, tras ganar las elecciones autonómicas, los independentistas iban a ser incapaces de formar gobierno, no nos lo hubiéramos creído. Pero ahí los tienen, con sus dos principales partidos, ERC y Junts, como el perro y el gato, debatiendo qué harán y qué no harán, la mejor forma de perder el tiempo al no hacer nada, pese a que sus seguidores, desde los empresarios a los obreros pasando por la amplia clase media, les piden que se pongan de acuerdo.
Claro que, como habrán adivinado, hay algo más. Se discute la estrategia a seguir; y mientras ERC propone buscar el acuerdo con el PSOE para lograr la amnistía de los condenados por sedición y un referéndum de independencia, Junts exige otro 1-O, más violento si cabe. Detrás de las estrategias están los hombres. Junqueras, en la cárcel, pero en Cataluña, es una fuerza viva, real. Mientras Puigdemont, en Waterloo, como Napoleón en Elba o Santa Elena, se difumina cada día. De ahí que sus seguidores exijan que el próximo gobierno catalán siga las directrices que dicte un ‘Consejo de la República’ que Puigdemont controla. A lo que ERC se niega. Así pueden pasar no semanas, sino meses. O años. Con lo que resulta fácil imaginarse qué harían, y dejarían de hacer, de llegar a ser independientes. Más, cuando de Europa no iban a recibir el menor respaldo. ¡Buena está ella para otro conflicto territorial!
Añádanle que el Tribunal Constitucional alemán ha ordenado no ratificar el Fondo de Reconstrucción de las economías europeas más dañadas hasta que se vea si serán capaces de reconstruirse. Lo que significa que, en el mejor de los casos, España tardará en recibir los 140.000 millones de euros prometidos, y, en el peor, que recibirá menos o ninguno, y Sánchez va a tener problemas muy gordos. Su Frankenstein amenaza con convertirse en chatarra.