ABC (Sevilla)

Es la hora y no lo parece en la ciudad de las contradicc­iones

La calle cobró vida otra vez ayer en un Sábado de Pasión en el que se colgó el cartel de ‘aforo completo’ en todos sitios y al que sólo le faltaron las cofradías Controles de la Policía en las colas de los templos

- JAVIER MACÍAS

Todo estaba puesto ayer. El olor a azahar en el naranjo de la puerta grande del Salvador, donde la cola daba la vuelta por Sagasta. El cielo que tornó del grisáceo mañanero al celeste inmaculado al mediodía. El calor de la primavera, que sentenció su llegada. Estaban puestas las vallas en las puertas de las iglesias y las colgaduras que engalanan las calles señoriales del Centro a falta de las palmas del Domingo de Ramos. Ese trasiego de grupos de chavales haciendo la ronda con los alfileres y pegatinas en la solapa. Los bares, a reventar. La Borriquita montada con su misterio, la Amargura con San Juan, el palio de la Estrella y el paso del Cristo de la Buena Muerte de la Hiniesta. Los floristas trabajando sin descanso, las ofrendas a las imágenes del día, las visitas de las autoridade­s... Y, para dejarlo todo en su sitio, ayer, en la víspera, Dios bajó al suelo para acercarse a la ciudad.

Sin embargo, en esta Sevilla de las contradicc­iones, ni al Gran Poder le dimos besos ni el reloj terminó de avanzar cuando a la hora del almuerzo en Padre Pío, Torreblanc­a y Alcosa debían haber aparecido nazarenos por el camino más corto. Es como si alguien le hubiera dado la vuelta a los versos de Barbeito: del «parece que es la hora y no es la hora» al «es la hora y no lo parece». Esta ciudad antagónica, empeñada en llevarse la contraria a sí misma, llenó las calles, hizo colas interminab­les, se reunió y se quitó la mascarilla en los bares —donde estaba todo reservado desde hacía una semana—, pero se dejó las devociones dentro. El debate estaba en si preferían la Semana Santa de 2020 o la de 2021: —Hombre, al menos este año podemos estar en la calle. No hay color. —Ya, pero este año nos han puesto el caramelo y nos lo han quitado. Hay que tener mala idea.

Desde el Viernes de Dolores, el dispositiv­o de seguridad desplegado por el Cecop a las puertas de las iglesias llama la atención. En algunos lugares donde se prevén mayores aglomeraci­ones, como el Salvador o San Lorenzo, había hasta dos patrullero­s velando por que se cumplieran las medidas sanitarias. Eso, sin embargo, correspond­ió a las propias hermandade­s, hasta en la calle, donde desplegaro­n voluntario­s para hacer cumplir estrictame­nte los protocolos. En ningún momento tuvieron que actuar los agentes, salvo para auxiliar en aquellos lugares donde las colas eran más difíciles de encauzar. Por la tarde, el Cecop revisó algunos puntos de cara a la gran afluencia que se espera hoy, sobre todo en las iglesias de las hermandade­s del Domingo de Ramos.

Ayer, pese a todo, fue Sábado de Pasión. Y amaneció en San Lorenzo. A eso de las siete y media de la mañana, en las claritas del alba en la que los vencejos perdidos por la ausencia de árboles en la plaza solían cantar la danza del nuevo día, no había un alma. Sólo un hombre esperaba apoyado en la puerta de la basílica la apertura del besamanos, que no llegó hasta hora y media más tarde. En el interior, los fotógrafos buscaban la perspectiv­a perfecta. Rechi había llevado su lámpara con el paraguas para amortiguar la luz en ese reportaje de estudio. El Señor en penumbra. El juego de las luces y las sombras que inventó Rembrandt, barroco puro sobre el expresioni­smo del rostro del Gran Poder. Así pasaron los minutos, entre disparos y flashes a ‘ese Hombre que camina’ con su túnica de los cardos. Y llegaba el siguiente turno. A la salida, tras el pellizco del adiós por tenerlo tan cerca, la luz del día era la misma que la de un Viernes Santo al entrar la cofradía. Ya en la plaza la cola llegaba hasta el mismo centro. Aún faltaban 45 minutos.

Camino del Salvador, la ciudad se iba calentando. Pasadas las diez, la cola crecía y crecía. Primero hasta el monumento a Montañés, y al mediodía hasta Sagasta. Dentro, el crucificad­o del Amor en veneración, la mirada de la Virgen del Socorro, el misterio de la Borriquita en el altar mayor y el Señor de Pasión en la capilla sacramenta­l, con la cruz de

 ?? VANESSA GÓMEZ ?? Madres con sus niñas observan el misterio montado de la Milagrosa, con la Virgen del Rosario bajo palio al fondo
VANESSA GÓMEZ Madres con sus niñas observan el misterio montado de la Milagrosa, con la Virgen del Rosario bajo palio al fondo
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