El gran hermano
Reelegido en 2019 con una aplastante mayoría de los hermanos de San Roque, Alfonso Medina suma ya seis años en la máxima responsabilidad de la cofradía del Domingo de Ramos y, además, es actualmente el hermano mayor de más edad. Este verano alcanzará los 78. Su experiencia, tanto desde ese flanco que ahora ocupa como desde el de cofrade ‘raso’, le permite hablar con mucha propiedad del actual momento de la Semana Santa como de su evolución. Todas sus vivencias, por supuesto, no pueden caber en la página de un diario. «Como es evidente, en el mundo de las cofradías hemos ganado mucho en lo cuantitativo, basta con ver cómo están las calles o el número de nazarenos que saca cada corporación. Pero quizás se haya podido perder un poco en lo cualitativo, en lo que es la esencia, el fondo de fe y devoción sobre el que debe vertebrarse todo. Esa faceta, desgraciadamente, ha ido disminuyendo», expone antes de ilustrar con un ejemplo propio cuánto ha crecido esta celebración en lo estrictamente numérico. «Cada vez que sacamos la cofradía a la calle se ha notado que ha habido más y más público. Desde la Puerta Osario hasta la misma Campana es ya impresionante lo que se ve. En ese aspecto es muy evidente que la Semana Santa no tiene nada que ver con la que era. Ha crecido de forma increíble. Pero en otros que son cruciales también se ha cambiado y no necesariamente a mejor».
Recuerda Medina todo lo que ha calado en su alma esa ciudad por la que procesiona a pesar de que pasó muchos años, por trabajo, lejos del Guadalquivir. Tenerife, Cádiz, Madrid... Pero el retorno a Sevilla por aquel año 2000 lo ancló a la hermandad de su barrio, San Roque. También se hizo hermano de Los Negritos, la corporación vecina y plagada de ángeles, y antes ya era hermano del Gran Poder. Cumplirá 50 años en 2022 como fiel seguidor del Señor de Sevilla, de hecho. Nunca la distancia lo alejó de esta atmósfera, en realidad. Como cuando camina hacia la Catedral junto a Jesús de las Penas. Sí quedaron atrás las quedadas con los amigos para ver salir a los Estudiantes o a San Benito por el viejo puente, o aquella casa en la calle Luis Cadalso, pero retornado a la capital andaluza comenzó a vivir la pasión cofrade desde otro punto de vista radicalmente diferente, el de una junta de gobierno. «Lo que se vive desde dentro de una hermandad, desde el puesto de quienes tienen que dirigirla, es muy distinto a lo que mucha gente cree. Hay mucha vida detrás de los mantos y las túnicas, sobre todo mucho trabajo de ayuda a los demás, a mucha gente que lo necesita. Ahora, por ejemplo, se está viendo muy agudizada esa vertiente de obra social y de caridad que tienen las hermandades de Sevilla a consecuencia de la desgracia que tenemos encima y la crisis económica que ha
«Ahora se ha ganado mucho en lo cuantitativo, pero quizás se haya perdido en lo esencial»
generado». Y cada vez está costando más atender a todo el que lo demanda. «La situación de las corporaciones es complicada ahora, porque la caída de ingresos ha sido contundente con el coronavirus y la suspensión de las procesiones. Muchos hermanos pagaban su cuota anual con la papeleta de sitio, y como ahora no hay... Además, el dinero que viene del Consejo también se ha parado, con lo que la cuestión se ha complicado. Los cultos y la vida de hermandad se hacen con toda la dignidad que se puede, pero ese problema lo tenemos encima en estos momentos. De todas formas, seguimos adelante. Con menos gastos, de forma más austera pero con toda la dignidad que se requiere. Porque tras toda la oscuridad vendrá la luz, no cabe duda». Pese a que sigue considerando «difícil» que el año próximo se celebre una Semana Santa normal si «no aumenta mucho la población inmunizada», trabaja con la esperanza puesta en ello y con una firme convicción. «Las hermandades son mucho más que la estación de penitencia. Que todo esto nos sirva para entenderlo y para afianzar nuestra fe».