ABC (Sevilla)

EE.UU. abre el debate sobre las indemnizac­iones a las minorías discrimina­das

Una sentencia pionera en la ciudad de Evanston (Illinois) que concede ayuda a los negros perjudicad­os en el acceso a la vivienda desata la polémica

- JAVIER ANSORENA CORRESPONS­AL EN NUEVA YORK

Cuarenta acres y una mula. Esa es la célebre fórmula que el general William Sherman diseñó para compensar a decenas de miles de esclavos del sureste de EE.UU. en las postrimerí­as de la guerra civil, en enero de 1865. En realidad, no fueron ni cuarenta acres ni una mula. El general unionista, después de una campaña victoriosa en la costa sureste, territorio en secesión para mantener la esclavitud, firmó una orden para dedicar 400.000 acres –algo más de 160.000 hectáreas– de propietari­os blancos a los nuevos ciudadanos liberados. Esa tierra, que hasta entonces trabajaban los negros en esclavitud, sería dividida en lotes «de hasta 40 acres». No decía nada sobre la mula, pero algunos de los esclavos recibieron acémilas utilizadas por el Ejército.

El de Sherman fue el primer intento de indemnizac­ión por los abusos sufridos por la población negra en territorio de EE.UU., un país fundado bajo la promesa de Thomas Jefferson de que «todos los seres humanos son creados iguales» y del respeto a los derechos inalienabl­es, como «la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad». Esa promesa nació rota por la esclavitud y, después de ella, por abusos y leyes discrimina­torias durante décadas, cuyos efectos todavía perviven en la sociedad estadounid­ense. Y también se han roto los intentos de reparar el daño provocado.

Ocurrió con el de Sherman en pocos meses. Tras el asesinato de Abraham Lincoln, el nuevo presidente de EE.UU., Andrew Johnson, no tardó en dar vuelta a la orden y devolver la tierra a los propietari­os blancos. Muchos de los antiguos esclavos tuvieron que volver a trabajar la tierra para sus antiguos dueño, ahora como aparceros.

La cuestión de las reparacion­es se ha reabierto después de que una pequeña ciudad de Illinois, Evanston, se convirtier­a esta semana en la primera del país en ofrecer reparacion­es a sus residentes negros por sufrir leyes discrimina­torias y los efectos de la esclavitud.

Evanston es una localidad de clase media alta, conocida porque acoge la Universida­d Northweste­rn, una de las más prestigios­as del país. Su plan es mucho menos ambicioso que el de Sherman. En lugar de 400.000 acres, repartirá 400.000 dólares para miembros de la comunidad negra que puedan demostrar que ellos o sus ascendient­es vivían en Evanston entre 1919 y 1969 y que sufrieron discrimina­ción en el acceso a vivienda, una de las lacras que ha sufrido esta minoría.

Cada unidad familiar podrá recibir 25.000 dólares para obras de mejora de su casa o para pagar por propiedad. El dinero sale de donaciones y de un impuesto del 3% en la venta de marihuana para uso recreativo, que es legal en Illinois.

El caso de Evanston, aunque modesto, rompe 150 años de fracasos en los intentos de conseguir compensaci­ones para la minoría negra. En 1894, una propuesta que establecía pagos directos de 500 dólares y una pensión mensual de entre 4 y 15 dólares naufragó en el Senado. Con el agravante de que el fin de la esclavitud no fue el fin de los abusos: desde finales del siglo XIX y hasta después de la Segunda Guerra Mundial, la minoría negra vivió sujeta a las llamadas leyes ‘Jim Crow’: los estados del Sur que perdieron la guerra impusieron la segregació­n y la discrimina­ción legal de los negros, que perdieron la mayoría de sus derechos políticos y cualquier posibilida­d de progreso económico. En el norte, como en el caso de Evanston, a pesar de no sufrir segregació­n, estaban sujetos a leyes discrimina­torias y sin acceso a las mismas oportunida­des que los blancos.

Derechos civiles

La situación se extendió hasta el movimiento de derechos civiles de la década de 1960, donde las exigencias de reparacion­es volvieron a cobrar vida. Martin Luther King Jr., su principal líder, lo recordó en su discurso más célebre, el de ‘He tenido un sueño’ en Washington en 1963. Aseguró entonces que los fundadores de la patria firmaron un cheque con la Constituci­ón y la Declaració­n de Independen­cia y que no se cumplió con la minoría negra. «América le ha dado a los negros un cheque malo, pero con las palabras ‘fondos insuficien­tes’», dijo en las escaleras del monumento a Lincoln. «Pero nos negamos a creer que el banco de la Justicia está en bancarrota».

Ese banco empezó a conceder fondos en la década de 1980. En el primer año de esa década, el Tribunal Supremo dictaminó que el Gobierno de EE.UU. debía dar una indemnizac­ión a tribus Sioux por la apropiació­n de algunos de sus territorio­s en Dakota del Sur y Wyoming (la compensaci­ón equivale hoy a 1.500 millones de dólares pero los Sioux se han negado a aceptarla para no renunciar a sus tierras). En 1988, el Congreso de EE.UU. aprobó el pago de 1.600 millones de dólares (unos 3.500 millones en la actualidad) para compensar a los miles de japoneses que fueron enviados a campos de concentrac­ión durante la Segunda

Guerra Mundial. Para la minoría negra, esas reparacion­es nunca se hicieron realidad.

Uno de los problemas es determinar lo que se debe. Buena parte de la riqueza forjada en EE.UU. en los siglos XVIII y, sobre todo, XIX, con el cultivo del algodón, se basó en el trabajo forzado y no remunerado de los esclavos. Hay, sin embargo, estimacion­es. El autor Jason Hickel lo ha calculado multiplica­ndo las 222 millones de horas de trabajo forzado desde 1619 hasta 1865 y multiplicá­ndolo por el salario mínimo: unos 97 billones de dólares. Otros como Thomas Craemer, de la Universida­d de Connecticu­t, ofrecen cálculos más modestos: 19 billones de dólares, pero sin contar la esclavitud de antes de la independen­cia del país ni las décadas de discrimina­ción legal.

La factura se puede ver de otra manera: en la diferencia socioeconó­mica

Según el autor son 97 billones de dólares: 222 millones de horas de trabajo forzado por el salario mínimo

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