ABC (Sevilla)

El Ejército de Myanmar endurece la represión con el apoyo de Rusia

Más de cien muertos en la jornada de ayer que coincidió con el Día de las Fuerzas Armadas

- PABLO M. DÍEZ CORRESPONS­AL EN ASIA

El Día de las Fuerzas Armadas se celebró ayer en Myanmar con el mayor baño de sangre desde que empezaron las protestas contra el golpe de Estado del 1 de febrero. Mientras el Ejército desfilaba de gala en la capital, Naypyidaw, pertrechad­o de campaña mataba por todo el país a 114 personas en las manifestac­iones que, un día más, volvían a tomar las calles. En total, son ya más de 400 los fallecidos en las protestas, según calculan los medios birmanos.

Entre las víctimas mortales no solo figuran los jóvenes y adolescent­es que están liderando esta revolución, sino hasta varios niños, uno de solo cinco años. Otro, de un año, recibió un pelotazo de goma en un ojo mientras estaba cerca de los militares, informa el portal de noticias Myanmar Now. A tenor de su recuento, en Yangón, la principal ciudad del país, hubo 27 muertes y 40 en Mandalay, la segunda. La misma represión sufrieron otras 44 ciudades repartidas por esta bella nación del Sudeste Asiático.

«Hoy es un día para la vergüenza de las Fuerzas Armadas», criticó el doctor Sasa, portavoz en el exilio del derrocado Gobierno de la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, quien está arrestada en un lugar secreto. Igual de contundent­e fue la denuncia de la UE: «Este 76.º Día de las Fuerzas Armadas quedará grabado como un día de terror y deshonor. El asesinato de civiles desarmados, niños incluidos, es un acto indefendib­le».

Mientras EEUU. y la UE han impuesto sanciones a la junta militar birmana, la agencia estatal china de noticias define el golpe como «una importante remodelaci­ón del Gobierno» y sus vecinos asiáticos intentan buscar una solución negociada, pero sin condenarlo. Más explícito ha sido el apoyo de Rusia, cuyo viceminist­ro de Defensa, Alexander Fomin, asistió ayer al desfile militar en Naypyidaw junto al nuevo ‘hombre fuerte’ de Birmania, el general Min Aung Hlaing.

Junto a China, que también tiene derecho de veto en la ONU, Rusia no solo puede impedir cualquier acción contra la junta militar birmana, sino que es uno de sus principale­s proveedore­s de armamento. «Rusia es un amigo de verdad», se ufanó el general Min Aung Hlaing, según informa Reuters. Aunque los diplomátic­os en Birmania aseguran que China, India, Pakistán, Bangladés, Vietnam, Laos y Tailandia también enviaron representa­ntes al desfile de las Fuerzas Armadas, solo Rusia lo hizo con rango ministeria­l.

En su discurso con motivo del desfile, el general Min Aung Hlaing volvió a prometer elecciones, pero sin dar fechas. «Los actos violentos que afectan a la estabilida­d y la seguridad para hacer demandas son inapropiad­os», justificó la represión. Aunque la junta militar alegó fraude en los comicios de noviembre que ganó de forma abrumadora el partido de Aung San Suu Kyi, la comisión electoral lo niega.

Amenazando con endurecer la represión si no cesan las protestas diarias y la huelga general que ha paralizado el país, el Ejército ha advertido de que disparará a matar. El viernes por la noche, en un aviso emitido por la televisión pública, acusó a los jóvenes de estar manejados por secuaces extranjero­s. «Deberíais aprender las lecciones de las feas muertes de antes: podéis estar en peligro de ser disparados en la cabeza y la espalda», advirtió la junta militar, que hasta ahora seguía insistiend­o en el uso mínimo de la fuerza a pesar de la brutal represión.

Frágil paz

La crisis que ha desatado el golpe de Estado no solo se ciñe a las multitudin­arias manifestac­iones diarias, sino también a la frágil paz que reinaba en Myanmar, donde numerosas guerrillas étnicas controlan grandes zonas del país. Una de las más potentes, la Unión Nacional Karén, ha roto la tregua que había firmado con el Gobierno de Aung San Suu Kyi al atacar un puesto del Ejército cerca de la frontera con Tailandia, donde asegura haber matado a diez militares, entre ellos un teniente coronel. Al igual que los Karén, otras guerrillas que habían accedido al proceso de paz impulsado por Suu Kyi amenazan con volver a las armas si no se detiene la represión.

En Birmania, el Día de las Fuerzas Armadas celebra la resistenci­a contra la ocupación japonesa que, en 1945, lideró el padre de Aung San Suu Kyi. Pero, 76 años después, ha sido la jornada más sangrienta en la lucha de los birmanos por la democracia.

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