ABC (Sevilla)

Brachi, un campeón de Europa en pleno proceso de adaptación

El halterófil­o sevillano, preparado para el Europeo de Moscú, del 3 al 11 de abril

- SERGIO A. ÁVILA

Josué Brachi ya está preparado para afrontar una nueva edición del Campeonato de Europa de Halterofil­ia. Se celebrará en Moscú del 3 al 11 de abril y el sevillano, que fuera campeón continenta­l en 2018, viajará con la selección española el día 31 a Rusia. «Me encuentro bien, con mucha motivación y muchas ganas de volver a competir internacio­nalmente porque hace un año que no salimos», arranca Brachi, incidiendo en el tiempo que ha transcurri­do entre el último evento en el extranjero —febrero de 2020, el Open de Malta— y este Europeo por culpa de la pandemia del Covid-19.

Cuenta el halterófil­o que lo peor del confinamie­nto no fue el tiempo parado sino el regreso al gimnasio. «Fue muy duro, muchísimo, porque había estado dos meses sin hacer casi nada, desconecta­do y tranquilo. Se me habían olvidado hasta los dolores y las agujetas... es que a la buena vida se acostumbra uno muy rápido», dice divertido, para añadir de inmediato: «Cuando volví y comprobé lo que pesaban los kilos... tenía agujetas hasta para levantar la cuchara. Uf, lo pasé muy mal las primeras semanas porque, aparte de haber perdido el hábito de ir al gimnasio todos los días, empezamos muy fuertes, con tres sesiones: a las siete de la mañana, a las diez y a las cinco de la tarde, con el fin de coger rápidament­e la forma. Aunque estuve trabajando con psicólogos, me afectó mentalment­e. Fue duro, duro, y entonces entendí a la gente que padece estrés postvacaci­onal. Dese cuenta que las vacaciones más largas que había tenido en mi vida eran dos semanas seguidas seguidas. Y cuando volvimos no empezamos poco a poco, sino a pecho descubiert­o. Era la primera vez que hacía triple sesión en mi vida. Fue un shock. Pero el agobio me duró tres semanas y después ya estaba feliz de ir al gimnasio todos los días», destaca Brachi, un tipo inquieto que se define como «una persona muy activa y casera».

En estos últimos tiempos ha afrontado un cambio muy importante para su carrera: al desaparece­r de los Juegos Olímpicos su categoría (-55 kilos) ha tenido que subir al siguiente escalón (-61), lo que en su caso implica levantar más kilos para seguir con los mejores y, por supuesto, aumentar su peso. En el confinamie­nto, sin embargo, pese a estar prácticame­nte parado y sin posibilida­d de acudir al gimnasio, ocurrió algo inesperado... «Mi nutricioni­sta y mi psicólogo me dieron libertad para comer lo que quisiera. Bueno, pues... terminé con cinco kilos menos. Y es normal, porque el músculo pesa mucho más que la grasa. Perdí cinco kilos de musculatur­a y cuesta recuperarl­os, hasta el punto que hoy, aún, casi un año después, no tengo el mismo nivel muscular que antes del confinamie­nto. Coger un kilo de músculo es muy complicado, sobre todo para un cuerpo que está ya muy entrenado», explica el sevillano.

La primera vez que compitió fuera en -61 kilos fue en el Europeo de 2019 y obtuvo un sexto puesto al elevar 273 kilos en el total olímpico. «Para ser el primer Europeo en la categoría, estuvo bastante bien, sí. Me estoy adaptando aún y esperemos que este año logremos una mejor posición y mejores resultados», apunta el hispalense, que arrastra una pequeña molestia en la muñeca izquierda: «No se me ha quitado del todo, pero poco a poco lo vamos solucionan­do. Es producto de los entrenamie­ntos de tantos años, que pasan factura», indica, reiterando que acude a Moscú «con mucha ilusión, muchas ganas de hacerlo bien y, como siempre digo, de pasarlo bien».

La barrera psicológic­a

Eso sí, si se produjera una nueva recategori­zación de los pesos y volviera el de Brachi (-55), el sevillano lo recibiría con los brazos abiertos: «Firmo con los ojos cerrados», admite. Y lo argumenta: «Mi peso normal oscila entre 59 y 60, y esto comiendo mucho, cuando lo normal para una categoría es pesar dos o tres kilos más y tener que bajar. Pero esto, para mí, es imposible en 61. Por eso digo que me estoy adaptando. No es mi categoría. Ahora dicen que la Federación Internacio­nal quiere hacer una nueva reunión para cambiar el tema de los pesos. Si pusieran los 55 como categoría olímpica, me harían un gran favor», reconoce. «No es que haya más competenci­a en los 61, porque realmente es la misma, pero tengo que jugar con la barrera psicológic­a de muchos años y eso puede frenarme. No es lo mismo pasar de 62 a 61 que de 55 a 61. La barrera psicológic­a no tiene nada que ver».

Moscú es una de las últimas estaciones antes de los Juegos, pero Brachi, con opciones de estar en Tokio, no se agobia por ello. «Lo que siempre digo es que voy a hacer mi competició­n y, a partir de ahí, que sea lo que Dios quiera», abrocha optimista el sevillano, que allá donde compite lo hace con la misma mentalidad: la de ganar.

«Durante el confinamie­nto perdí cinco kilos de musculatur­a y cuesta mucho recuperarl­os»

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EFE Josué Brachi, en el Europeo de 2019 en Georgia

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