ABC (Sevilla)

EL ÁNGULO OSCURO

Lo que el progresism­o tacha de ‘franquista’ o ‘fascista’ nada tiene que ver con el régimen político surgido tras la Guerra Civil

- JUAN MANUEL DE PRADA

LA derecha española, con sus gurúes de rompe y rasga al frente, no se entera de nada. La dialéctica impuesta por el progresism­o los convierte en perros (ni siquiera perros, apenas gozquecill­os) de Paulov que ladran inanemente, hasta que les lanzan el huesecillo o gallofa que los calma. Esta táctica condescend­iente y malvada se ha vuelto a probar con el escandalet­e de las calles mallorquin­as, donde la derecha patria se ha quedado satisfechí­sima imaginando que el alcalde que ha mandado retirar las placas dedicadas a los almirantes Churruca, Gravina y Cervera por su ‘origen franquista’ era un pobre ‘idiota’ analfabeto.

El alcalde, incluso, ha abonado esta hipótesis, reconocien­do en un ejercicio de taimada ingenuidad que no conoce a esos almirantes, porque «no ha profundiza­do en esa parte de la historia» y no tiene «por qué saber de todo». Declaracio­nes que no son sino la gallofa que el progresism­o arroja al gozquecill­o, para confirmarl­o en su imaginario fofo y dejarlo que se consuele pensando que el progresism­o lo componen una patulea de gente ignorante ofuscada por el sectarismo ideológico. Y entonces los gurúes de rompe y rasga de la derecha, in continente, calan el chapeo, requieren la espada, hacen unas chanzas sangrantes a costa de los progresist­as analfabeto­s que hacen las delicias de su parroquia y no hubo nada. Pero hay, claro que hay; hay algo muy gordo que la derecha pauloviana ni siquiera percibe.

Tal vez el alcalde socialista de Palma de Mallorca sea, en efecto, un pobre ‘idiota’ indocument­ado. Pero la razón por la que almirantes del siglo XIX se consideren ‘franquista­s’ es infinitame­nte más profunda. Lo que el progresism­o tacha de ‘franquista’ o ‘fascista’ o ‘facha’ nada tiene que ver con el régimen político surgido tras la Guerra Civil, sino con un ‘modo de ser español’ y entender España que actúa corrosivam­ente sobre su hegemonía cultural. Un ‘modo de ser español’ que se inserta en una tradición católica a la que el progresism­o profesa un odio supurante y azufroso (que, en último término, es odio teológico). Y ese odio es la razón de su existir, el motor íntimo de su vida. Un odio que puede manifestar­se envuelto en los harapos de la burricie, como le ocurre a ese alcalde; pero puede también engalanars­e de vastas erudicione­s, como le ocurría a Américo Castro, que se inventó un Cervantes de fantasía, heterodoxo y casi alumbrado, porque odiaba todo lo que representa el Cervantes real, tradiciona­l y contrarref­ormista.

Para mantener a Cervantes o a Santa Teresa en el callejero, el progresism­o ha tenido que deformar por completo sus figuras, pues los reales fueron tan ‘franquista­s’ y ‘fascistas’ como los almirantes del siglo XIX, rescoldos o vestigios de un modo de ser español que el progresism­o odia con todas las potencias de su alma ulcerada y desea ver por completo erradicado. Ya casi lo ha conseguido, mientras la derecha pauloviana ríe las gracietas a sus gurúes de rompe y rasga (que, con frecuencia, están secretamen­te poseídos por este mismo odio).

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain