Cuarta ola
La semana pasada fue una semana cargada de noticias en el sector bancario español. Culminó la fusión por absorción de Caixabank y Bankia. Comienza la singladura de la entidad financiera española más grande en lo que seguro es el pistoletazo de salida de la última vuelta de tuerca del proceso de consolidación de la banca en España y el punto final de la crisis financiera. Un paso que tiene muchas lecturas positivas.
Desde el punto de vista financiero, industrial y económico no tiene ninguna pega, todo lo contrario. Se crea un campeón nacional que enseña el camino a seguir al resto de entidades en el entorno actual de magras rentabilidades, lo que redunda en la solidez del conjunto del sistema. Es, además, probablemente el mejor camino para que el Frob –que como rezaba aquel anuncio de Hacienda, sí que somos todos– maximice el valor de su participación y se pase página definitivamente a ese capítulo tan oscuro de la historia financiera española. Ahora, quizá la lectura más importante sea desde el político. Este Gobierno, lejos de como algunos podían temer fomentar la banca pública, ha optado por la solución más valiente y que más sentido tiene en lo que, sin duda, es toda una declaración de intenciones para los de dentro y
o.
para los de fuera. Los experimentos con gaseosa y más cuando lo que está en juego son las ayudas europeas.
Además también en los últimos días hemos conocido indicaciones de distintos bancos que confirman que el alcance de la crisis actual no es en absoluto comparable a crisis anteriores y desde luego a la última. Tanto por el lado de la actividad como por el de la incidencia los bancos están positivamente sorprendidos. Tan es así, que el regulador ha permitido que los bancos vuelvan a retribuir al accionista. Fue precisamente el día del anuncio de Bankinter del pago en especie de su compañía de seguros como dividendo extraordinario cuando subió notablemente las estimaciones de beneficios para el año en curso. Y no solo ha sido esta entidad la que está guiando al mercado al alza, también el Santander o la propia Caixabank en las entrevistas de este fin de semana a sus principales ejecutivos. Muy claro lo tienen que ver para que a estas alturas del año estén dando este tipo de mensajes que sin duda son extrapolares para el conjunto del sistema. Los tiempos están cambiando. De haber sido durante mucho tiempo el patito feo parece que vuelven a escena pero protagonizando buenas noticias. Esto es bueno para todos porque no olvidemos el papel que juegan los bancos en nuestra sociedad.
Hay datos que apuntan a la irrupción de una nueva ola. El levantamiento de las restricciones en algunas geografías y la aparición de nuevas variantes se empieza a traducir en un repunte de los casos. Sin embargo hay indicadores que nos permiten ser más optimistas con respecto a sus posibles consecuencias. Empezando por el final, hay que enfatizar que en los países que más avanzado llevan el proceso de vacunación los casos disminuyen notablemente. Las vacunas funcionan y esa es la mejor noticia. Y esa es la situación a la que vamos a llegar todos los países desarrollados –tanto los que lo han hecho mejor como los que lo hemos hecho peor– en los próximos meses.
De hecho, ya se observa que en los grupos de riesgo en los que la vacunación va más avanzada se ve una descorrelación de la incidencia en este repunte de los nuevos casos. En esta nueva ola aumentarán los casos pero no se trasladaran de la misma forma a hospitalizaciones y fallecimientos que en las anteriores. Importa destacar que en el segundo trimestre el ritmo de vacunación aumenta notablemente y que lo que ya se está viendo en algunos grupos se trasladará al resto, lo que se traducirá en un menor incremento de la alarma social con lo que eso supone para la economía.
Además el hecho de que la variante británica se esté convirtiendo en la predominante es, en tanto que las vacunas funcionan, una buena noticia. No deja sitio a nuevas variantes con la que no sabemos si los preparados actuales son eficaces.
Así las cosas, es probable que en las próximas semanas aumenten los casos. Ahora bien, el incremento de los casos no llevará a un aumento proporcional de incidencia que en casos anteriores. Y en tanto que coincidiendo con la mejora del tiempo se va a elevar el ritmo de vacunación es bastante probable que estemos a las puertas de la vuelta a la normalidad. Y como estamos viendo en los países que nos llevan ventaja, más que una vuelta a la rutina lo que vamos a vivir es un periodo en el que lo que vamos a tratar es de recuperar el tiempo perdido. Evidentemente esa euforia más o menos sostenida en el tiempo tiene consecuencias económicas de las que nos va a tocar hablar no tardando mucho.