EN LOS MERCADOS, QUIEN FUE A SEVILLA, PERDIÓ SU SILLA
Tal como se preveía, el cambio de Trump a Biden ha supuesto un giro sustancial en la política internacional y comercial de Estados Unidos. Uno de los primeros efectos debería ser muy beneficioso para España, al menos para el sector alimentario, y es la suspensión de los condicionantes aranceles del 25% a algunos productos agrarios de gran valor para nuestro país, como el vino, el aceite de oliva o las aceitunas de mesa, entre otros. El sector agroalimentario español ha celebrado la decisión de ambos bloques de suspender mutuamente sus aranceles.
El vino ha sido uno de los sectores más afectados, provocando en 2020 una caída del 9% en valor y del 4,5% en volumen, además de una disminución de cerca del 5% en el precio medio del vino que se exporta. Una medida que según la Federación Española del Vino ha impactado gravemente en casi el 90% de las bodegas, que tuvieron que absorber en su margen comercial todo o gran parte de ese 25% para no elevar su precio de venta.
Esta situación se ha notado mucho en las grandes denominaciones de origen, donde a pesar de que muchas de ellas aumentaron las exportaciones, les ha supuesto una significativa caída de ingresos, para no disminuir el número de clientes, ya que Estados Unidos es un mercado importante para el vino español envasado.
Lo malo, y no es por mentar la bicha, es que por el momento es solo una suspensión de cuatro meses, aunque se trabaja duro para que se convierta en eliminación definitiva. Confiemos en que reconducidos por el camino de la diplomacia, prime el sentido común y podamos recuperar un mercado esencial para nuestro sector, aunque el daño ya está hecho y no será fácil.
Ya conocemos la máxima, de que quien se fue a Sevilla perdió su silla, que ciertamente no tiene un gran trasfondo macroeconómico, pero que explica bastante bien la captura de mercados por países competidores.