Dani Olmo aclara el futuro
El postrero gol del delantero en Georgia da el triunfo a España y la tranquiliza en el grupo de clasificación, pero no tapa los problemas y dudas de su juego
Con el empate, España tenía ante sí una clasificación mundialista muy difícil y dejaba aparcado un problema hasta después de la Eurocopa. El gol de Olmo alivia su panorama aunque no debería hacer olvidar las muchas dificultades que ha tenido contra Georgia y Grecia, rivales a los que resulta abusivo llamar ‘Cenicientas’ pero que se le subieron a las barbas… si es que tal cosa tuviera España, que pareció más bien un equipo imberbe.
En Georgia han vivido bajo la dura dominación de la Unión Soviética (de allí era Stalin), pero al menos no han tenido al PSOE, así que en los partidos ya pueden tener público, lo que resultó emocionante y hasta extraño, como si aun fuera un efecto de la megafonía. Luis Enrique cambió a siete jugadores, algunos jóvenes y novísimos como Porro, Bryan Gil o Pedri, con su mirada de Buñuel. Eran quizás demasiados cambios (y sin Ramos) porque España volvió a dar la sensación de estar cogidita con alfileres, demasiado nueva y tierna en sus tejidos.
Aunque España tuvo una buena ocasión, min. 11, gracias a Ferran Torres, Georgia añadía contragolpes a su logrado caparazón defensivo. Objetivamente, los contraataques georgianos no eran algo bueno para España, pero escuchar al público envalentonarse exaltaba el ánimo del espectador.
Esos contragolpes, sencillos y directos, delataban la debilidad española y cargaban de amarillas su defensa. Inquietaba a la contra Georgia, y también a balón parado: Unai Simón detuvo con mérito el remate de un córner. La defensa española no era buena, como no lo fue del todo frente a Grecia, por mucho que dijera Luis Enrique; ahora añadía a los indicios de pasmo defensivo la irrelevancia atacante. Gil y Ferran no ejercían de ex
Loria Giorbelidze Kashia
Dvali Kakabadze (79) Kankava Gvilia Lobjanidze (70) Kiteishvili (71) Kvaratskhelia (79) Zivzivadze (62)
Kvilitaia (62) Shengelia (70) Beridze (71) Kvekveskiri (79) Chabradze (79)
GOLES
m.43: Kvaratskhelia. m. 92: Dani Olmo.
ÁRBITRO
M. Petrescu (Rumanía). Amonestó a Diego Llorente, Pedro Porro y Zivzivadze. Shengelia fue expulsado por roja directa (m. 93). m. 56: Ferran Torres. tremos y faltaba escalonamiento, niveles, profundidades en la media. Las alturas que conforman el paisaje del ataque. Solo Fabián intentaba dividir los espacios, creando esas referencias que son como puntos de apoyo del escalador. Georgia era un largo ascenso hacia el gol sin nada más que una desnuda pared vertical.
Hasta la pelota comenzó a no estar clara. Georgia pasaba de jugar bien a jugar mejor. El gol local, al final de la primera parte, vino de contragolpe sobre un desequilibrio defensivo español, pero tras una apreciable posesión. Cuando marcó Kvaratskhelia, llegando solo por la izquierda, Georgia era, a su modo, dueña del partido.
«La calidad española se tiene que imponer». Esa frase la decimos siempre, durante décadas de partidos de clasificación, pero lo que se imponía era la superioridad física georgiana. Hombres contra niños. Veteranos contra sub21. Había algo desequilibrado y extrafutbolístico en ese contraste.
Había entrado Olmo por Gil, y en el interior abrió un balón para Alba, que centró por fin desde la banda. Su destino iba a ser un remate de Morata, pero el juventino intentó un remate de tacón perfecto en todo salvo en el pequeño detalle de contactar con la pelota. El efecto de la ‘moratiña’ fue crear una milésima de segundo de estupefacción cósmica (¿qué hace Morata?) y dejar pasar la pelota genialmente para que Ferran, en plan llegador, empatara el partido. El gol era un récord del fútbol: 37 partidos de clasificación seguidos marcando. Somos la Alemania de las fases de clasificación.
España estaba mejor. Georgia se fracturaba, surgían claros donde antes había bosque espeso, y a España se le veían ya relieves y posibilidades ofensivas, sobre todo por Olmo y Alba,