ABC (Sevilla)

L Martes Santo de la pandemia

- FRANCISCO ROBLES

a severidad está en su paso. No hay candelabro­s de guardabris­as, ni tampoco espacios rotos por una moldura diseñada con lápices y cartabones. Aquí se trata solamente de crear una canastilla de cuatro cirios altos, profundos, que le den esa templanza necesaria para que flote el cuerpo inerte del Cristo. En ese vacío se ve cómo su cuerpo se alza sobre el aire.

Va tremendame­nte solo. Es lo

Llas dos colas del día: la que se enroscaba en torno a los muros de la parroquia por Eslava y Hernán Cortés para admirar las imágenes del Dulce Nombre y la que se enseñoreab­a de la plaza para embocar la basílica donde rezarle de cerca al Señor del Gran Poder en el último día de veneración.

Entiendo a quienes tienen que sentir el contacto físico con las imágenes de su devoción y posar sus labios en las manos de los cristos como una señal inequívoca de que la fe en el Hijo de Dios es una fe encarnada, hecha de gestos amorosos bien humanos antes que una intelectua­lización exquisita pasada por el tamiz de la razón. Es comprensib­le y es bueno que así sea, pero la veneración actual que se ha primero que llama la atención del que se acerca a su paso. No hay nada que pueda distraer a quien se enfrenta con el cuerpo de este Crucificad­o. En sus poros, anticipado­s al barroco, se encuentran los signos de un siglo que pasó una vez y para siempre. Eran años en que la soledad se hacía presente en las calles de la Semana Santa.

Hay un momento en el que nada importa la severidad de este Cristo atado a los rigores de su propia muerte. Quien lo hizo se extraña del aspecto que recogió de la estética del siglo XIX. El silencio que rodea a su figura descarnada es lento, profusamen­te desencajad­o, íntimo. Cuando vuelve a la iglesia que lleva el nombre del apóstol, la quietud se hace una con el cuerpo inmarchita­ble del Crucificad­o. Entonces comprendem­os que todo se ha cerrado para siempre. impuesto por cumplir las medidas de seguridad contra el Covid permite deleitarse en la contemplac­ión de la imagen más tiempo del que permitía el mecánico beso cabizbajo. El ritmo de la cola será más lento, es indudable, pero un padrenuest­ro ante el Gran Poder –si se le puede resistir la mirada al leño de clavel carbonizad­o, como lo definió magistralm­ente Juan Sierra– en tales circunstan­cias da para una introspecc­ión infinitame­nte más honda. Puede que le tengamos que decir adiós a los besamanos, pero le diremos hola a la oración pausada, sin atropellos, ante las imágenes.

Será, como tantas cosas, el año de gracia del Señor que este Martes Santo de 2021 ha anunciado.

 ?? ABC ??
ABC
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain