LUZ INMORTAL DE SAN BERNARDO Buena parte del prestigio que atesora esta hermandad se debe a la idiosincrasia y popularidad de su barrio
n plena guerra civil española comenzó la reconstrucción patrimonial de esta hermandad, después de haber perdido sus dos imágenes titulares en el ataque incendiario que sufrió la parroquia de San Bernardo en julio de 1936, donde quedaron destruídas también buena parte de las insignias y enseres procesionales. Lo ha contado con detalle el investigador José María Lobo Almazán en su reciente publicación ‘Sevilla vivió también la otra Memoria Histórica’.
En cambio, pudo sobreponerse a los desmanes de aquella cruel hoguera, gracias a la sabia conducción de su entonces hermano mayor, el influyente cofrade y abogado don Antonio Filpo, quien se apoyó en dos estamentos determinantes para renacer de las cenizas: el eclesiástico y el militar.
Todavía con la guerra abierta, los hermanos celebraron sin imágenes la función principal del quinario del año 1937, ante unas fotografías de los titulares perdidos. En tan precaria situación, comunicó a las demás hermandades, afectadas por los asaltos a los templos, que no podría estacionar aquel año. Y fue en aquella complicada coyuntura en la que prendió la chispa para iniciar la epopeya de su reconstitución.
Desde luego, resultó clave la cercanía que mantenían algunos de sus dirigentes con el cardenal Segura, quien permitió ceder a la hermandad un antiguo crucificado de muy buena factura artística, que se veneraba en la Escuela de Cristo. Fue todo tan rápido que, el Miércoles Santo de 1938, volvió a realizar la hermandad su primera estación penitencial en el único paso que se salvó de las llamas.
El 1 de enero del año siguiente de 1939, el mismo Segura se encargó de bendecir la nueva Virgen del Refugio, primera imagen que talló para nuestra Semana Santa el imaginero onubense Sebastián Santos. A esta bella dolorosa se le impuso, en aquel mismo acto, la nueva corona que tuvo que labrarse siguiendo la traza de la anterior, bendecida también por el cardenal, a quien la hermandad distinguió con el título honorario de hermano mayor.
EBarrio torero
La presencia del Matadero y los corrales adjuntos donde se guardaba el ganado vacuno, propició que la chavalería más valiente se atreviera a torear las reses encerradas antes de su desuello