ABC (Sevilla)

Pérez Lugín

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Ayudó a solventar un conflicto recaudator­io de rifas de papeletas en 1924. Por ello le rindieron un homenaje hermanos de San Bernardo, el Cristo de Burgos, Dulce Nombre y la Carretería. En aquel espinoso asunto colaboraro­n con él Miguel Bermudo Barrera, José Vaca Librero, el diputado don Tomás de Ibarra y Lasso de la Vega, Luis Benjumea y el general don Luis Hermosa. Todo ello lo narró en este periódico su hijo, Antonio Filpo Stevents.

Fue un gran capillita, hermano también de la Macarena, el Dulce Nombre, las Siete Palabras, el Silencio, San Bernardo o el Santo Entierro. En 1949 dio el pregón de nuestra Semana Santa, en cuya intervenci­ón recordó a «Caravaca», un antiguo empleado de la pirotecnia, que fue prioste muchos años de San Bernardo, a quien se debía el inconfundi­ble estilo del paso de Cristo.

Cuando llevaba 25 años como hermano mayor, era el año de 1945, tuvo la genial idea de exponerle al Ayuntamien­to, del que también fue concejal, el deseo de que la hermandad solicitara la inclusión del lema «Muy Mariana», en el blasón municipal, como felizmente se consiguió.

Reemplazó con éxito, de modo efectivo, a dos imágenes tan emblemátic­as como las perdidas, a las que se les profesaba muchísima devoción en toda la ciudad. Supo trazar con diligencia un programa de reconstruc­ción patrimonia­l de los principale­s enseres procesiona­les perdidos. Se sometió entonces a un proceso de reproducci­ón el magnífico conjunto textil del paso de la Virgen (manto, palio y faldones), que había bordado Rodríguez Ojeda, cuya labor se encargó de acometer el Él y su esposa, doña Elvira, se hicieron muy devotos del Cristo de la Salud y la Virgen del Refugio, entre otras razones por la gran afición del escritor madrileño al mundo de los toros. Precisamen­te a través de la tauromaqui­a llegó a entablar relación con el histórico don Antonio Filpo. En 1921 escribió el famoso melodrama taurino «Currito de la Cruz». Unos años después publicó un interesant­ísimo artículo, dedicado a nuestra Semana Santa, el año 1924 en ‘ABC de Madrid’, denominado «¡Quién no vio a Sevilla!... ¿paganía? ¡religión!».

Cuando se adaptó al cine su melodrama, rodó varias escenas en Sevilla. Para filmar a la cofradía de San Bernardo ubicó cámaras en la casa del propio hermano mayor, don Antonio Filpo, en Pilatos y Caballeriz­as, desde donde se captó la revirá de aquella esquina. También rodó en la Campana, donde Centeno cantó una saeta. Y cuando se presentó el largometra­je en 1925, la hermandad subvencion­ó el anuncio del acontecimi­ento en la prensa. La difusión que aquella película renombró mucho a la hermandad y esta distinguió a don Alejandro como hermano honorario.

Fue deseo del matrimonio legar a la de San Bernardo alhajas por valor de 10.000 pesetas, depositada­s para su custodia en una caja de seguridad del Banco de España en 1936, después de haber fallecido ya los dos. taller de los sobrinos de José Caro, entre 1939 y 1944.

Esta hermandad posee impregnada en su alma toda la gracia y elegancia del viejo arrabal torero. La imperante cuando todavía tocaban allí los pianillos y había corrales de vecinos. Era similar, en animación, a la Macarena y Triana. Es el gran referente del barrio el que ha modelado el estilo y la personalid­ad del colectivo piadoso, hasta convertirl­o en uno de los de mayor enjundia de nuestra Semana Mayor.

A golpe de piqueta fue desapareci­endo el primitivo entramado urbano durante los años del desarrolli­smo. Entre los edificios emblemátic­os, que prácticame­nte han quedado en pie, se encuentra el templo parroquial, desde cuyo centro religioso esta hermandad obra el milagro, todos los Miércoles Santo, de atraer a tantas y tantas familias oriundas, y resucitar el espíritu que antaño lo caracteriz­ó. Por ello, Sevilla necesita la inmortalid­ad de la luz de San Bernardo.

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FOTOS: ABC
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FOTOS: ABC

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