La vida bajo un paso
ON 58 años de almanaque a sus espaldas, Antonio Rodríguez es un verdadero sabio de las trabajaderas sevillanas. Desde finales de los 70 hasta la irrupción de la pandemia, su bagaje y sus vivencias dan para una enciclopedia del costal. Tanto que le convierten en el más veterano de la ciudad debajo de los pasos, donde ha pasado la vida. Por Antonio casi no responde, eso sí. Todos lo conocen como ‘Porras’, apodo que ha ido heredando la familia desde su bisabuelo en tiempos de puestos de frutas y recova en el mercado de la calle Feria, uno de sus grandes escenarios sentimentales. Siendo aún el ‘niño de Porras’, con apenas quince años, ya sacó a la Virgen de Todos los Santos de Omnium Sactorum sobre sus hombros, pero no fue hasta que se formó la primera cuadrilla de hermanos costaleros de la Macarena, en 1979, cuando accedió por derecho y para siempre a un mundo que le mantiene aún enganchado. Con la que era y es su hermandad y llevando a la Esperanza para empezar a hablar. Sin transiciones. «Estuve hasta el año 85, pero me partí una clavícula jugando al fútbol en Tercera, perdí mi sitio un año y al siguiente ya nadie me esperaba ni me guardaba el sitio, qué vamos a hacerle. Me pasé un año o más bastante tocado por ese asunto, porque era mi hermandad, la que a uno le duele, pero todo se termina superando. Sacar a la Macarena es lo más grande, de eso no hay duda, pero luego he disfrutado también con todo lo demás». Que ha sido mucho. Muchísimo.
Ha llegado a sacar hasta cinco cofradías durante la Semana Santa. Domingo, martes y luego su ‘clásico’ de viernes, sábado y domingo: La Mortaja, Los Servitas y la Virgen de la Aurora, el último palio en llegar a la Catedral. «Posiblemente, con el que más he disfrutado, sí. La hermandad de la Resurrección tiene una gente magnífica y con la Aurora he vivido quizás mis momentos más emotivos. Le tengo mucho aprecio a su gente, como también se lo tengo a los Villanueva, que saben de esto como pocos. En todos sitios al final se aprende algo, de todo el mundo. Yo sigo aprendiendo a pesar de los años que llevo encima». Una de las cosas que antes aprendió, de hecho, es que prefiere un estilo «fino y elegante, con pasos andando, de frente, con gusto. Y si hay que dar una revirá andando, se da, pero con elegancia, sin estridencias». Al comparar con otros tiempos, además, ‘Porras’ tiene claro que «ahora los pasos van muy bien y las cuadrillas están muy preparadas, con doble equipo, relevos suficientes, bien equipados, gente fuerte y entrenada en gimnasios... La gente joven se cuida mucho ahora y eso se nota en cómo van los pasos. El panorama ha cambiado para bien y no tiene sentido echar tanto de menos los tiempos antiguos pensando que las cosas eran mejores porque no es así».
CHasta que hubo cofradías en las calles, ha seguido sacando a la Virgen de Regla de los Panaderos y a la de la Soledad de los Servitas, además de la Virgen de los Reyes cada 15 de agosto («Esa mañana de verano sí que es especial, eso hay que vivirlo»). Iba a retirarse en 2019, pero los de la calle Orfila no pudieron realizar la estación de penitencia por la lluvia y el planteamiento varió. «Eso de no poder salir me hizo replantearme la despedida, porque aquello no era manera de hacerlo. Iba a dejar el costal en las dos hermandades a la vez ese año 2019, pero
Con sólo 15 años sacó a la Virgen de Todos los Santos. Tiene 58 y su idea es culminar en 2022
en Los Panaderos me pidieron que me esperara al año siguiente para poder hacerlo llegando al último día en la trabajadera, y no quedándome en casa porque había llovido. Me convencí de ello y de ponerle el punto y final en 2020, pero se nos echó encima el maldito virus y de nuevo el destino cambió los planes. La idea ahora es poder despedirme en 2022 si es que es factible que haya procesiones porque haya bajado ya la pandemia. Esperemos que así sea, porque al final los años pasan por todos. Hasta por mí...».