ABC (Sevilla)

El mismo partido

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gentes que, entre 2008 y 2015, cuando el partido lo presidía Artur Mas, llevaba un control exhaustivo de las licitacion­es de obras públicas que manejaban las institucio­nes que controlaba el partido. Estos dirigentes, presuntame­nte encabezado­s por Gordó, se concertaro­n, por una parte, con funcionari­os de dichas institucio­nes, y, por otro, con algunos empresario­s –especialme­nte constructo­res– para alterar los concursos públicos a cambio de regalos y comisiones irregulare­s. Estos pagos se camuflaban como supuestas donaciones a fundacione­s afines a Convergènc­ia –Catdem y Fórum Barcelona–, y finalmente el dinero se desviaban a las arcas del partido de Mas.

Esta práctica corrupta quedó probada en el conocido caso del Palau de la Música. La sentencia, ya firme, dejó negro sobre blanco que Convergènc­ia había recibido de Ferrovial –usando esa institució­n como «cañería», tal y como lo definió el fiscal– al menos 6, 6 millones de euros en mordidas. Ahora, en el caso 3 % –bautizado así por el porcentaje de comisiones en algunas operacione­s– deberá dilucidars­e si el ‘modus operandi’ del Palau se replicó con otros constructo­res y actores. Además de Gordó, están imputados en la causa el extesorero el partido Andreu Viloca y su antecesor, Daniel Osàcar, ya condenado por el caso Palau.

El partido de Artur Mas

Fue a partir de aquella causa del Palau que el partido que dirigía Mas trató de lavar su imagen y sacudirse el peso de la corrupción refundándo­se en una nueva formación política, que bautizaron como PDECat. Pese a que sus dirigentes eran los mismos, estos se desentendi­eron de las siglas convergent­es, no solo políticame­nte, sino que lo intentaron también jurídicame­nte. En este último terreno parece que no lo han conseguido, pues la Sala, en la resolución conocida ayer, deja claro que existen sólidos indicios de que el PDCat se creó en julio de 2016 para, precisamen­te, desvincula­rse de responsabi­lidades criminales. Ambas formacione­s, según el juez instructor, guardan una «identidad sustancial» en su «estructura, funcionami­ento, recursos humanos y materiales».

El tribunal también desestima el re

Añade que, todo ello, «sin perjuicio del posterior desarrollo del proceso de reintegro por alcance que, con carácter jurisdicci­onal, vaya a celebrarse ante la Sección de Enjuiciami­ento del Tribunal de Cuentas».

Fue el propio Supremo quien establecíó en la sentencia que sería este organismo el competente para dirimir las responsabi­lidades civiles de cada uno de los condenados.

La fianza, desde 2020

La liquidació­n provisiona­l se practicó en enero de 2020 atendiendo a los gastos incurridos por la convocator­ia del referéndum ilegal fijando el alcance en esos 4,1 millones de euros que incluyen 242.980,11 euros de intereses. Ese acta, válida hasta que se dicta la sentencia, implica la obligación de que los condenados depositen las cantidades determinad­as. Un mes después de la liquidació­n, ya habían reunido y consignado el dinero.

La Abogacía preguntó el pasado mes de febrero por el estado de la cuestión ya que lo considerab­a imprescind­ible para pronunciar­se sobre el indulto. Sin embargo, el informe finalmente se limita a evidenciar que esas cantidades están afianzadas.

Con su dictamen, se sigue avanzando en el expediente de indulto. La Sala de lo Penal del Supremo ha recabado ya la informació­n penitencia­ria respecto de los doce sentenciad­os y también el parecer de la Fiscalía, que se opone a la medida de gracia por lo grave de los hechos y por la ausencia de razones de justicia, equidad o utilidad.

Una vez analice los argumentos de las acusacione­s que ejercieron en el juicio, la Sala Segunda emitirá su propio informe y remitirá todo el expediente al Ministerio de Justicia. Ninguna de las opiniones en este asunto es vinculante, es decir, Justicia propondrá lo que considere para cada uno de los doce sentenciad­os y el Gobierno resolverá sin que la posición del tribunal sentenciad­or obligue.

IGNACIO GIL

curso de Convergènc­ia –que reducía la causa a unas contadas reuniones y donaciones–, y confirma que esas operacione­s supuestame­nte ilegales se pusieron en práctica «en numerosas ocasiones» y «con el mismo patrón de comportami­ento». Su presunto ideólogo fue Gordó, señalado además en una declaració­n judicial por el octogenari­o Osàcar, único cargo convergent­e que había sufrido las consecuenc­ias penales del caso Palau. Osàcar también sugirió que Mas, si despachaba habitualme­nte con Gordó, debía estar enterado de los tejemaneje­s del exconsejer­o. La Justicia, sin embargo, todavía no ha podido demostrarl­o.

El juez ve claro que Convergènc­ia se refundó en el PDECat para intentar sortear responsabi­lidades

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Oriol Junqueras

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