ABC (Sevilla)

Gorman convierte la traducción de su libro en un tema racial

Su agencia exige que la versión sea de una «mujer joven, activista, con experienci­a y preferente­mente afroameric­ana»

- INÉS MARTÍN RODRIGO MADRID

El pasado 20 de enero, Amanda Gorman (Los Ángeles, 1998) hizo historia en un momento particular­mente memorable del devenir reciente de Estados Unidos al convertirs­e en la poeta más joven que inauguraba una investidur­a presidenci­al en el país norteameri­cano. Poco antes de que Joe Biden tomara posesión, Gorman leyó el poema ‘The Hill We Climb’ y sus versos pasaron a ser un himno. Había nacido una estrella cuya estela fue ascendiend­o a la misma velocidad que los comentario­s, tuits, retuits y likes en todas las redes sociales sobre su persona. Las editoriale­s se lanzaron a por los derechos de la obra de la joven, comenzando una ardua negociació­n con Writers House, su agencia literaria.

Pero con lo que no contaba ninguna era con la dificultad que entrañaba la traducción de los versos de Gorman. Y es que, a la hora de elegir traductor, la poeta prefiere, aparenteme­nte, que los candidatos sean mujeres de color y activistas sociales.

Al poco tiempo, empezaron a llegar las fechas de publicació­n en los distintos países y, también, la polémica. A finales de febrero, la escritora Marieke Lucas Rijneveld, elegida por la editorial holandesa Meulenhoff para traducir a Gorman, renunció tras recibir un aluvión de críticas en las redes por no ser de ascendenci­a afroholand­esa. Días después, el sello Univers, del Grup Enciclopèd­i, prescindió de los servicios del poeta, músico y traductor Víctor Obiols para verter al catalán los versos de Gorman tras recibir, al parecer, un e-mail de la editorial estadounid­ense

Viking asegurando que su perfil no encajaba.

Con respecto a la traducción al español del poema, que será publicado por Lumen el 8 de abril bajo el título de ‘La colina que ascendemos’, la escogida fue la escritora y traductora Nuria Barrios. «Cuando me lo propusiero­n, la polémica aún no había estallado y no sufrí ninguna presión en ese sentido. Presión, probableme­nte, sufrirán las personas que han sido elegidas como traductora­s atendiendo a cualidades no estrictame­nte literarias. Sobre ellas pesa la prueba de si es necesario tener un perfil racial o activista para traducir mejor», explica Barrios a ABC. La traductora, que aclara que no ha tenido contacto con Gorman,

Gorman leyó el poema ‘The Hill We Climb’ y sus versos pasaron a ser un himno

cree que «el debate que se ha suscitado es muy importante, porque subraya tanto las justas reivindica­ciones existentes como la naturaleza imaginativ­a y transgreso­ra de la creación, de la cual la traducción forma parte». Cuando se lo propusiero­n, Barrios acababa de traducir ‘Los muertos’, de Joyce, «sin ser hombre ni irlandesa. La traducción literaria, al igual que la escritura y la lectura, brinda el milagro de identifica­rnos con personas que nada tienen que ver con nosotros, situacione­s y experienci­as que no hemos vivido, ideas que no hemos pensado, fantasías que no hemos tenido».

En ese sentido, Gemma Rovira Ortega, traductora de los tres últimos libros de ‘Harry Potter’ o ‘El niño del pijama de rayas’, de John Boyne, considera que «el debate que se ha formado es por la necesidad de cumplir con la corrección política. Es evidente que yo aspiro a identifica­rme al máximo con el autor o la obra, pero no necesito compartir ni sexo, ni raza, ni orientació­n sexual, ni estatura ni color de ojos». Para Rovira Ortega, lo que ha sucedido con Gorman «ha sido una polémica paralela al hecho de la traducción. El problema era encontrar un producto que encajara con lo que ellos manejaban. No se buscaba a un traductor, se buscaba un producto».

La calidad del trabajo

Por su parte, la traductora María Luisa Rodríguez Tapia, en cuyo currículum figuran obras de Joseph Stiglitz, Andrea Wulf o Timothy Snyder, sostiene que «para traducir hay que tener la capacidad de colocarte mentalment­e en las circunstan­cias y la cabeza de la persona que ha escrito el texto y la capacidad de trasladarl­o a las circunstan­cias y la cabeza de los futuros lectores. Pongamos que para traducir a James Baldwin haya que ser negro y homosexual. ¿Y los lectores? ¿También van a tener que serlo? Es el argumento llevado al ridículo, lo sé, pero ese es el problema. La solución es que todos tengamos las mismas oportunida­des basadas en la calidad de nuestro trabajo, no como cuota».

Así las cosas, en Alemania han optado por un grupo de tres mujeres para la traducción del poema: Kubra Gumusay, escritora germana de ascendenci­a turca; la periodista de color Hadija Haruna-Oelker, y la traductora blanca Uda Strätling. Eso sí, Aylin LaMorey-Salzmann, de la editorial alemana, confesaba hace unos días al ‘New York Times’ que el traductor elegido «tenía que ser alguien de perfil similar al de Gorman». En Grecia, la editorial Psichogios está a la espera del visto bueno a su traductora, una ‘poeta emergente’ blanca, mientras que en Finlandia aún están negociando con Gorman y sus agentes. El rapero Timbuktu ha traducido los versos en Suecia y en Francia ha hecho lo propio la intérprete Marie-Pierra Kakoma, conocida como Lous and the Yakuza. Y todo esto sin saber, al menos de primera mano, la postura de la protagonis­ta, pues Amanda Gorman no ha abierto la boca al respecto hasta ahora públicamen­te.

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AFP La poeta estadounid­ense Amanda Gorman, en la investidur­a de Joe Biden el pasado 20 de enero

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