Los nuevos gentilicios
Como aficionado al fútbol, estoy asistiendo atónito a este fenómeno de reinvención de gentilicios en el ámbito deportivo. Resulta que ahora el Granada es el equipo «nazarí». Nazarí es exactamente, un apellido. El de una dinastía invasora de la que no queda nadie en Granada desde hace más de cinco siglos. Por la misma regla, el Sevilla debería ser el equipo «almohade», y los cordobeses, «los omeyas». Los de Almería ya no son almerienes, sino «indálicos». El nombre del conocido símbolo, proviene del comentario de su descubridor: «Vaya, se parece a Indalecio». Eibarreses son ahora «armeros», y me pregunto por qué no «bicicleteros», que también muy buenas son las bicis que se hacen allí. Según esto, los jiennenses deberían ser «aceituneros», los valencianos, «naranjeros», y los de Albacete, «navajeros». La peor parte se la llevan los de Leganés, a los que han tenido el mal gusto de rebautizarlos como «pepineros». Resulta hasta chabacano. Pero, claramente, es el equipo del Cartagena (Cartago Nova) el que mejor parado sale de esta nueva moda, con verdadero trasfondo histórico y gran carga de intelectualidad, ahora son el equipo «departamental». ¡Toma ya! ser que la cuarta ola sea una olita». No es del club de la comedia. Son las palabras con las que el doctor Simón se expresó en su útima comparecencia para hablarnos de la evolución de la pandemia. O sea, que si para él no se produce un impacto muy grande en la transmisión, en vez de muertos, tendremos muertitos. Aunque sabemos que muchos quedan sin contabilizar, todos los muertos de esta catástrofe cuentan. Si 500 muertos es una tragedia, 50 no es una tragedita. Es una tragedia igualmente.