Caparrós pone en órbita a Armenia
La selección que lidera el sevillano sueña con ir al Mundial al ganar sus tres primeros partidos
Desde 2014, los socios de la Peña Óscar de Marcos de Dos Hermanas se reúnen para ver los encuentros de su equipo en su sede de la localidad nazarena, que engalanarán con motivo de la final de la Copa del Rey
Le empezaron llamando ‘Mister effect’ por su impacto sobre en rendimiento de los jugadores, pero ahora ha pasado a ser conocido como ‘el hacedor de milagros’. Joaquín Caparrós se ha ganado ya varios apodos en Armenia, país al que entrena desde hace un año y al que ha puesto en órbita después de un arranque espectacular en la fase de clasificación para el Mundial de Catar. Después de derrotar a Liechtenstein en el estreno (0-1) y someter a Islandia en el segundo partido (2-0), la Armenia de Caparrós remontó de manera épica este miércoles para ganar de forma agónica a Rumanía (3-2) y dominar con firmeza un grupo en el que Alemania es aún favorita pese a sufrir una dolorosa derrota en casa frente a Macedonia del Norte.
Caparrós firmó con Armenia al poco de comenzar la pandemia, en marzo de 2020, justo cuando el fútbol se paralizó en todo el planeta. Ginés Meléndez, que acababa de convertirse en director deportivo de la Federación de la república exsoviética, fue quien le convenció para dejar su trabajo en el Sevilla y lanzarse a la aventur a. Allí se llevó también a Javier Miñano, quien durante 18 años fue el preparador físico de la selección española. Era su tercer intento de triunfar en el extranjero después de una corta etapa en el Neuchatel suizo (2011), al que entrenó solo cinco partidos tras discutir con el propietario, y otra, tampoco demasiado extensa, en el Al-Ahli de Catar, en 2017, puesto al que renunció por razones personales.
En medio de una guerra
El técnico utrerano no pudo debutar en el banquillo hasta el mes de septiembre, cuando comenzó la fase de grupos de la Nations League. El estreno coincidió con un recrudecimiento de las hostilidades entre Armenia y Azerbaiyán por el conflicto de Nagorno Karabaj, un territorio en disputa entre ambos países. «No puedes hablar a los jugadores de objetivos deportivos cuando sus familiares y amigos están muriendo». Aquel partido se saldó con una derrota ante Macedonia (2-1). Fue la primera y, de momento, la única desde que se sentó en el banquillo armenio.
La idea futbolística que el sevillano quiso inculcar se basaba en el trabajo en equipo. «Conocemos nuestras deficiencias en el juego y entendemos que debemos ser psicológicamente fuertes, tanto a nivel personal como colectivo. Si queremos ganar debemos jugar con mucha dedicación, sin escatimar esfuerzos y haciendo sufrir a nuestros rivales». De ahí a noviembre Armenia sumó tres victorias y dos empates que le permitieron ascender a la Liga B, un éxito de un valor incalculable para una selección instalada en el puesto 99 del ranking FIFA y cuya única estrella, el jugador de la Roma Henrikh Mkhitaryan, apenas ha jugado con su selección en los dos últimos años a causa de las lesiones.
El contrato de Caparrós se extiende hasta finales de este año, coincidiendo con el final de la fase de clasificación. Por delante le queda un largo camino hasta Catar, incluyendo el doble enfrentamiento ante Alemania que podría resultar decisivo, pero al menos ha conseguido disparar las expectativas de una selección que partía como una de las cenicientas del grupo. «Habéis peleado y luchado desde el minuto uno hasta el final. Lo habéis dado todo por vuestros compañeros y por vuestro país. Os merecéis la victoria más que nadie. Estamos muy contentos de poder brindar otra victoria a nuestra afición», escribía el técnico en sus redes sociales tras la victoria ante Rumania. Caparrós, un armenio más.