¿Qué pensará Máximo Huerta de su dimisión mirando a Marlaska?
con respecto a su bajo peso corporal y le pusieron una orden de tratamiento involuntario, de 72 horas, para evaluar su salud mental y física. Eugenia fue hospitalizada posteriormente por lo que muchos especulan que sufre anorexia nerviosa, un trastorno alimentario con la tasa de mortalidad más alta de todas las enfermedades mentales».
Impacto de la enfermedad
El regreso de Eugenia a la vida pública puede haber recrudecido su problema. «Eugenia ha declarado que pesa 38,8 kg y una altura de 170 cm. Usando la escala del Índice de Masa Corporal, una puntuación por debajo de 18 se considera bajo de peso. Está sufriendo un trastorno que pone en peligro su vida», afirma la petición. Además, declara que su preocupación por normalizar una imagen. «Es importante considerar el impacto que su enfermedad está teniendo en su audiencia. Es triste saber que muchos jóvenes admiran a Eugenia y desean verse como ella».
SE acordarán de que cuando Cayetana Álvarez de Toledo habló en el Congreso a Pablo Iglesias de padres e hijos, pero no de Turgueniev, algunos le recriminaron que lo hiciera en un momento en el que el PP tenía a Marlaska acorralado. Te tienes que reír. La sesión plenaria se había diseñado para hostigar al ministro del Interior por haber purgado al coronel Pérez de los Cobos. Y también por el anuncio súbito de subir los salarios a la Guardia Civil. Le decían muy campanudos que el que sobraba no era un coronel, sino el ministro. Y, vaya, Cayetana les desmontó el guión. Al día siguiente todos los titulares eran para el hijo del terrorista.
Visto lo visto, tragado lo tragado, nada habría cambiado. Como no parece que vaya a cambiar ahora por mucho que el rapapolvo venga de la Justicia y no de un partido de la oposición. Una sentencia (todavía no firme) anula el cese de Pérez de los Cobos. Cese que se retrata a la luz poco partidista de esa sentencia como una represalia. Se negó a revelar datos sobre una investigación judicial a la directora de la Guardia Civil. María Gámez, directora de la Benemérita (léase con acento de Chiquito de la Calzada), se creería Celia Gámez a punto de cantar ‘Ya hemos pasao’. No han pasao, pero ahí siguen.
Vemos y aguantamos cosas que no creeríamos si no tuviéramos ya callo. No nos sorprendemos ni de las marlaskadas ni de las cintoradas. Lo penúltimo de este, eso tan burdo de poner en ‘Las cosas claras’ una playa llena de gente para quejarse de Ayuso. O tergiversar la traducción de lo que dice una turista francesa para lo mismo. La falta de pudor es sorprendente. Lo de perseverar en lo peor por sentirse intocable.
No voy a recordar el morro de estos dos individuos porque tienen boquitas. Además de cara de señoras, ambos poseen unas bocas diminutas que me hipnotizan como la cucharilla de ‘Déjame salir’. Ha tenido Marlaska suerte con la mascarilla. Lo importante es lo otro, ¿pero no les fascinan sus boquitas?