Sevilla entierra una Semana Santa histórica y para una sola vez en la vida
La ciudad ansía ya la resurrección de una fiesta a la que le han arrebatado la religiosidad popular, enclaustrándola y condenándola a una cola perpetua
l cuadro de Valdés Leal es la mejor crónica de la Semana Santa de 2021. ‘In ictu oculi’, en un abrir y cerrar de ojos, el sevillano se despojó de todo lo material, de los gozos terrenales que, en las postrimerías de la vida, a la hora del juicio final, no sirven para nada. La ciudad se desprendió de los pasos, de su son, de la música, del contraluz al crucificado a la atardecida, del sonido de las bambalinas, de la túnica, el capirote y el costal. La pandemia invitó a vivir una Semana Santa histórica y única —por aquello de que será para una sola vez
Een la vida— en el interior de las iglesias y hubo quien vio una oportunidad para profundizar en sus valores religiosos. Pero se olvidaron de que, para alcanzar a Dios y evangelizar a los descreídos, Sevilla creó la religiosidad popular: una fiesta en la que se conjugaba lo litúrgico con lo antropológico y con los sentidos. Sin esto, la Semana Santa como concepto social se queda hueco. En esta ciudad de las contradicciones, cuando tras la Vigilia se felicita la Pascua, en lugar de la alegría por la Resurrección lo que se remueve en el alma es una profunda nostalgia por lo vivido. Hoy no ocurre eso. Sevilla ha pasado una página que quedará en las hemerotecas y que debe servir para reflexionar de cara a lo que debe ser la Semana Santa del año 2022: lo más normal posible y con las cofradías en las calles.
Ayer, al entrar en San Gregorio, la Canina era ese esqueleto del cuadro de Valdés Leal, sentada sobre la bola del mundo y matando al dragón. Por eso, el significado de la leyenda del «Mors mortem superavit» (la muerte superó a la muerte) tiene ahora una vigencia absoluta. La Provindencia quiso que el paso del Triunfo de la Santa Cruz fuese el que más tiempo ha estado montado en una iglesia. He aquí la alegoría de la Semana Santa de 2021: hoy Sevilla debe ir en busca de la resurrección de la Semana Santa.
El Consejo de Cofradías, conjuntamente con los hermanos mayores, el Ayuntamiento y las autoridades sanitarias, deben plantear distintos escenarios para, dentro de un año, volver a celebrar en la calle la Semana Santa. No se trata de buscar sucedáneos, sino de recuperar el espíritu perdido de una ciudad que ha vagado de templo en templo, guardando colas interminables, con el único interés de ver a las imágenes en altares especiales. Pero, al fin y al cabo, las mismas que están todos los días del año en las iglesias.
Desde el Viernes de Dolores, durante todos los días, esta película se ha repetido en bucle. Cada jornada ha sido igual que la anterior. Y así sucesivamente. Para más inri, el tiempo ha regalado un pleno de ausencias que aún ahonda más en la melancolía, la soledad y el dolor. Las hermandades de Sevilla, como ha ocurrido siempre en su larga historia, han estado a la altura de las circunstancias. Han sabido reaccionar, modificando sus costumbres y haciendo un
Tras una Madrugada de confinamiento, la ciudad hizo colas sobre todo en el Cachorro, la O y la Esperanza
Se notó el bajón de público y sorprendió el altar de la Soledad y la guardia romana velando al Yacente