Una ampliación en pausa
compite en sectores económicos esenciales. Tropezando siempre en desconfianzas históricas de unos y otros, el proceso de ampliación fue muy lento durante décadas hasta que se produjo el derrumbe del ‘telón de acero’ en lo que se consideró como la reunificación de Europa, lo que supuso una avalancha de solicitudes de ingreso por parte de países que acababan de salir de un sistema sociopolítico y económico incompatible con el modelo occidental. «Hace 30 años, casi todos los países de Europa occidental empujaron a la ampliación rápida a los países liberados de la URSS, para reunir a la gran familia europea», recuerda Jean Quatremer, uno de los más antiguos y severos analistas de la historia de la UE. «Entonces todos los países tenían intenciones particulares, y uno de los que más empujaron para ello fue el Reino Unido, que pensaba que eso disolvería el proyecto de integración política en una gran zona de libre mercado. Alemania por su parte veía que podía recuperar así el contacto con su retaguardia histórica, y Estados Unidos, el gran ‘miembro fantasma’ de la UE, confiaba en que separaría definitivamente a esos países de la órbita de Moscú, dado que la entrada en la UE venía con el ingreso paralelo a la OTAN», explica Quatremer, quien destaca que «en aquella época, solo Mitterrand quiso añadir algún matiz proponiendo la idea de una casa común europea, una especie de sala de espera anterior a la adhesión
Portugal
Varados en 27
Con la salida del Reino Unido y sin planes a corto plazo de incorporación de nuevos socios, la Unión Europea se queda de momento en 27 miembros. En la imagen, foto de familia del último Consejo Europeo celebrado en diciembre de 2019 en Bruselas antes del inicio de la pandemia