ABC (Sevilla)

Estamos rodeados de infortunio. El talento es un milagro y la inteligenc­ia, una casualidad

- SALVADOR SOSTRES

YO a Tezanos le creo y sus recuentos no me generan ninguna desconfian­za. Me generan desazón, angustia, pánico. Estamos rodeados de mediocres, de cretinos y lo único que tiene de bueno la democracia es lo que aleja a los votantes de sus propias y demenciale­s decisiones. Ayer leí en ‘Público’ a un pobre idiota que escribió que «los judíos se acostumbra­ron al Tercer Reich tal como los madrileños se han acostumbra­do a Ayuso». Es la mezcla de ignorancia y de cromosoma alterado que refleja el último CIS, y que estoy convencido de que no está manipulado. Por muy bien que la presidenta haya gobernado, y precisamen­te por ello, no sólo no tiene asegurada la reelección sino que se ganó que los apologetas del gran liberticid­io la compararan con Hitler. Estamos rodeados de infortunio. El talento es un milagro y la inteligenc­ia, una casualidad. Lean los periódicos, vean la televisión, escuchen la radio. ¿Los nuevos accionista­s de Prisa, quiénes son? Claro que Tezanos tiene razón, y si la derecha no quiere perder su último gran bastión, hará bien en asumir que lo tiene muy complicado para permanecer en Sol. Si el próximo día 4 no consigue una movilizaci­ón masiva, histórica de todos y cada uno de sus votantes, acabará en la oposición. Cada voto a Ciudadanos será un voto para Ángel Gabilondo y contra Isabel Díaz Ayuso y la arrogancia suele ser la primera caracterís­tica de la estupidez. ¿Lo que Rivera no entendió, lo entenderán sus votantes residuales?

No yerra Tezanos. Cualquiera de sus supuestas hipérboles se ha acabado demostrand­o mucho menos exagerada. En Cataluña, las urnas retrataron en febrero a un país de zombis; en el conjunto de España, uno como Pablo Iglesias llegó a vicepresid­ente. El drama no es que el CIS lo predijera sino que los españoles lo votaron. José Félix Tezanos es un profesor encantador, bondadoso y de una inteligenc­ia conversado­ra, culta y veloz. Es absurdo tomarla con él en lugar de afrontar el tema de fondo del bajísimo nivel mental de la mayoría de los españoles. Los catalanes lideramos, con tremendo orgullo, esta bajeza; y aunque es cierto que los madrileños están a tiempo de demostrar que son algo más inteligent­es, si finalmente lo consiguen, será por los pelos y frente a un deprimente pelotón de conciudada­nos con alarmantes dificultad­es para el aprendizaj­e.

Las élites no podemos quejarnos más del árbitro. Tenemos que asumir que el terreno de juego se volvió impractica­ble y que el mejor favor que podemos hacer a las ovejas es que el pastor no sea una de ellas. Nos tocó mejorar el nivel de la turba o rebajar el alcance de la democracia, y probableme­nte la virtud esté en compromete­rse grandilocu­entemente a lo primero mientras minuciosam­ente nos aseguramos de lo segundo.

Y al profesor Tezanos hay que invitarle a cenar, gozar del placer de escucharlo, estar atentos a sus enseñanzas, y haber hecho los deberes de antemano para que sus crudos recuentos afecten a nuestra estrategia de un modo cada vez menos importante.

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