Nabody no murió sola: tres niños fueron arrojados de la patera
Melisa Rodríguez, exdiputada y ex portavoz adjunta da las gracias a Rivera y a la actual presidenta Un patrón lanzó al mar a uno cuando se cree que seguía vivo; antes le tapó la cabeza con un cubo porque lloraba
La hasta ahora portavoz adjunta de Ciudadanos (Cs), Melisa Rodríguez, anunció ayer que lo deja. Abandona la ejecutiva del partido y la política por cuestiones personales, según expresó en una carta hecha pública en Twitter, pero se marcha dando las gracias tanto a Albert Rivera como a Inés Arrimadas, a quien reconoce como su amiga y aplaude la confianza que depositó en ella al nombrarla portavoz.
Rodríguez fue diputada por Tenerife entre 2016 y 2019 y llegó a ser portavoz adjunta del grupo. A pesar de quedarse sin escaño con el derrumbe electoral del 10-N, Arrimadas confió en ella y la nombró portavoz en la candidatura con la que ganó las primarias de la sucesión de Rivera. Rodríguez había mantenido la portavocía del partido hasta el pasado 15 de marzo, cuando tras los cambios introducidos en el Comité Permanente a raíz de la fallida moción de censura murciana Edmundo Bal la sustituyó.
Internamente no se la responsabilizaba de la estrategia –de hecho fue una de las voces que reclamaron explicaciones tras desvelarse la operación murciana, guardada bajo el mayor secretismo–, pero sí se cuestionaba su papel como portavoz desde hacía meses. Con su adiós, Arrimadas pierde no solo a la que hasta ahora era su portavoz adjunta. Se va una amiga, como ella misma reconoce, y uno de sus mayores respaldos en una situación de máxima convulsión para Ciudadanos. Aunque a priori los motivos son distintos a los de las últimas bajas, su salida de la política está demasiado cerca del salto al PP de Fran Hervías y de Toni Cantó. Según desvela, el 13 de febrero, un día antes de las elecciones catalanas, comunicó a la presidenta de la formación su intención de dejar la ejecutiva. «Fundamentalmente han sido motivos de índole personal los que me han llevado a tomar esta decisión», explica, y añade: «Siempre he dicho y sigo manteniendo que la política no es una profesión, sino un tiempo en el que hay que dar lo mejor de uno mismo».
En la patera rescatada en Canarias el 16 de marzo en la que viajaba la bebé a la que se dio el sobrenombre de Nabody murieron otras nueve personas, al menos dos lanzándose al mar para suicidarse de pura desesperación. La pequeña falleció en el hospital a los pocos días pero solo ahora se ha sabido que, en total, seis adultos y otros tres niños también perdieron la vida durante la travesía. Uno de ellos cuando, tan agotado de llorar que ya ni tenía fuerzas para gemir, fue arrancado de los brazos de su madre por uno de los patrones y lanzado al mar. El mismo que le había tapado antes la cabeza con un cubo porque no quería oír los llantos.
Los pormenores se han conocido porque la Policía Nacional ha hecho pública la detención de ese individuo y de otros dos que iban en la misma embarcación, a los que el juez ha enviado a prisión provisional por varios homicidios y un presunto delito de favorecimiento de inmigración irregular. Al margen, se ha practicado el arresto de otros dos patrones de una patera que llegó a las costas de Lanzarote el pasado 2 de abril. Lo que narra la Policía del viaje de Nabody, junto a otros detalles aportados por la Fiscalía, es una historia de terror que da respuesta, por ejemplo, a por qué aquel pasaje mostró a su llegada al puerto grancanario de Arguineguín los extremos signos de desfallecimiento que sorprendieron incluso a los equipos de emergencia sanitaria.
Sin nada al tercer día
Llevaban en la barca cuatro jornadas, lo que no deja de ser una duración normal en estos casos. Pero había pasado algo más. «Los supervivientes han contado que el agua y la comida se les terminaron al tercer día de travesía y muchos comenzaron a beber agua del mar, lo que empeoró su situación. Para entonces, la mayoría ya estaba débil porque el grupo había sido llevado antes por quienes fletaban la patera a un punto de la costa donde los tuvieron escondidos de cuatro a siete días –las versiones difieren en ese punto–, hasta que les permitieron embarcar», explica el relato policial. En esa larga espera tuvieron que consumir gran parte de los víveres que llevaban consigo, lo que explica que luego se les acabaran, ya que el billete –de 1.500 a 2.000 euros por persona– no incluía alimentos ni agua.
El punto de partida había sido Dajla, la gran lanzadera de pateras de la costa atlántica marroquí a 450 kilómetros de Canarias, y a bordo iban 62 inmigrantes, de los que solo alcanzaron tierra 53; 29 mujeres, 14 hombres y 10 niños exhaustos. Todos tuvieron que ser ingresados, incluida Nabody, que luego moriría incapaz de superar la deshidratación severa que le provocó la parada cardiaca de la que fue reanimada en Arguineguín.